Publicidad

Ecuador, 15 de Noviembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

La esperanza está aún verde

22 de febrero de 2012

Veinte años después de la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro (1992), el mundo se apresta a una próxima Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible. Un tema copará la agenda: la “economía verde”.

En Río, 1992, el concepto de “desarrollo sostenible” no se discutió como Sumak Kawsay o Buen Vivir, sino apenas como crecimiento económico ecológico sostenible.

Es una contradicción. Veamos las pruebas: no ha cesado de crecer la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera (incluso ahora con la crisis en Estados Unidos y Europa), con lo cual la pérdida de la biodiversidad es patente.

Ha habido crecimiento económico, pero no es sostenible. En Río, 2012, las Naciones Unidas proponen la “economía verde”: el mercado y las empresas salvarán al planeta. En todo el discurso de Río + 20 no se habla de justicia climática ni de deuda ecológica.

El “Documento Cero” de la próxima Conferencia de las Naciones Unidas reconoce que hay mucho camino por recorrer.

Empero, llama la atención que las políticas propuestas mantienen la lógica convencional de los “ajustes económicos”, que ahora parecieran tomar la forma de “ajustes ambientales” y de una especie de “Bretton Woods Verde”: un sistema institucional y financiero para “asistir” a las economías más pobres, como si fueran las que debieran “ajustarse” para llegar a una sostenibilidad ambiental global.

La teoría general de los sistemas nos enseña que estos están relacionados y forman parte de una estructura muy compleja.  Esto determina un cambio en el tratamiento de la “economía verde”.

La matriz epistemológica del mundo ha cambiado y por hechos muy concretos. Necesitamos vincular los fenómenos ambientales a los sociales: los causantes de los mayores daños ecológicos son los ricos y los que sufren los mayores impactos ambientales son los pobres.

La definición tradicional de desarrollo sostenible, generalizada en los ochenta, establece la importancia de satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades y necesidades de las generaciones futuras.

Si bien ha sido una definición positiva y fácil, conlleva la sujeción de un precepto intergeneracional y trascendente: la unión del presente y el futuro en una sola acción.  Este mismo concepto  aduce a la pobreza, en tanto que necesidad, y no a la gran riqueza, en tanto que exceso,  como causa de la no sustentabilidad ambiental. 

Entonces, ¿es posible construir una economía verde?  Sí, siempre y cuando signifique un cambio de paradigma en la concepción de la sustentabilidad.

Afrontar, sin preámbulos, los límites físicos que la naturaleza puede soportar, para seguir siendo naturaleza, requiere  medidas drásticas en varios frentes. Los ricos tienen el deber de limitar su “huella ecológica”.

Contenido externo patrocinado