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El Telégrafo

La educación, ¿bien de consumo?

12 de enero de 2013

Pese a los buenos deseos, los problemas no resueltos en el pasado año persisten en el nuevo. Manifestaciones en España claman contra los recortes en salud; en Afganistán y Siria sigue la violencia; en Venezuela los opositores buscan artimañas para no cumplir con el mandato popular que dio al presidente Hugo Chávez una victoria contundente. En Chile los estudiantes continúan con sus reclamos por una educación de calidad, libre y gratuita.

Es muy difícil llegar a un punto de equilibrio entre las propuestas del presidente Piñera y las demandas estudiantiles, pues se parte de concepciones totalmente diversas. El mandatario ha manifestado más de una vez que, para él, “la educación es un bien de consumo” y como tal, tiene un precio, pues “nada es gratis en este mundo”.

Los reclamantes sostienen que consideran a la educación como un derecho, que debe ser otorgado por el Estado en las mejores condiciones, a fin de mantener y mejorar el acervo nacional, generación tras generación. Si se tratara de una mercancía -y los bienes de consumo lo son en su mayoría-, podría prescindirse de ella si su costo es demasiado elevado. Pero no existe un producto sustitutivo y su carencia marca la vida de la nación.

Es tiempo ya de que Chile recobre el antiguo prestigio de país forjador de educadores, al margen de la línea política de quienes dirijan la nación. Desde los años en que don Andrés Bello diera la pauta de la formación que debían recibir niños y jóvenes en las nuevas repúblicas recién liberadas, caracterizó al país del sur la excelencia de sus centros universitarios en los cuales ejercieron la docencia y se formaron grandes personalidades de América Latina, mencionándose aquello como garantía de solvencia intelectual.

El gran apagón sufrido con la dictadura de Pinochet aún no desaparece, en ese y otros aspectos. Se mantienen leyes que permitieron los abusos militares, y aún amparan la represión del pueblo mapuche, al que en estos días se acusa de mantener nexos con las FARC colombianas, en circunstancias en que estas pugnan por lograr un acuerdo con su gobierno.

El conocimiento adquirido en las aulas prepara a los futuros ciudadanos en la conciencia de sus deberes y sus derechos y los libera de la ignorancia, terreno fértil para la servidumbre. Así lo entendieron los grandes maestros, Bolívar, Sucre, O’Higgins, forjadores de nuestra independencia, que juntaban el libro y la espada.
Educación es libertad, dijo Martí... y lo sigue siendo.

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