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El Telégrafo
José Gonzalo Bonilla

La dictadura perfecta

16 de febrero de 2023

Es el nombre de la película del mismo nombre, dirigida por Luis Estrada en 2014, describe el problema de la corrupción, esa gangrena sufrida por toda América Latina. A partir del caso mexicano se puede entender la historia de todos nuestros países.

El matrimonio entre dinero y poder instaurado por el PRI en México, se está repitiendo en nuestro país con el correísmo.Ya se han tomado un recreo. Así lo demuestran las últimas elecciones. Vinieron por mil años y han regresado. Aunque sus cuadros técnicos nunca se fueron. Están en la función judicial, en la función electoral, en la función de la participación y están en la puerta para de la función ejecutiva. Vienen para quedarse y llevarse lo que no alcanzaron a llevar.

El planteamiento de Luis Estrada con La dictadura perfecta es una pintura hiperrealista. Describe con crudeza el estado de descomposición de la sociedad mexicana. Parecería que el filme se rueda en el Ecuador de nuestros días.

Las elecciones pasadas dan cuenta de un país atomizado cuya dirigencia política está dispuesta a sacrificar el país por su propio interés particular. Quito ya lo vivió con la elección pasada para alcalde. Gracias a la desunión de las fuerzas anticorreístas el candidato del correísmo ganó bailando tecnocumbia.   Esta vez las fuerzas contradictoras del correísmo también perdieron frente a su connatural enemigo. ¿No será que el verdadero enemigo se halla dentro de las propias filas contradictoras de la revolución ciudadana?

Dicen que el propio presidente Lasso festejaba el sábado anterior al día de las elecciones la derrota de la lista 5. Soñaba con el inicio de una nueva campaña, pero para la reelección en el 2025. De este sueño de perros se dice que fue responsable el exministro Jiménez. El mismo personaje que ni bien se posesionaba como presidente, él anunciaba la necesidad de una alianza con Correa. Lasso sucumbió a esos cantos de sirena de los infaltables aduladores de palacio. Y estamos donde estamos gracias a esos aduladores que expulsaron a Alexandra Vela y su equipo de trabajo. Tan solo quedó el Negro Ordóñez, que, por cierto, más que negro es plomo…

Más allá de las sospechas inveteradas de fraude, son responsables del triunfo, hasta ahora declarado, del prófugo belga todos los candidatos ciegos y vanidosos. Los ecuatorianos honestos tampoco aprendemos de las lecciones dadas por la oposición venezolana. Tampoco aprendemos que,si los ciudadanos seguimos votando por candidatos de medio pelo, es como si votáramos nulo o blanco. Estos votosterminarán favoreciendo al correato.

Si las diferentes fuerzas políticas no cierran fila en un solo frente común, tendremos una dictadura perfecta por quién sabe cuánto tiempo más.

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