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El Telégrafo
Simón Valdivieso Vintimilla

La deshumanización…

10 de junio de 2021

La deshumanización de la justicia es pan diario, se comenta en todos los espacios vinculados con el quehacer de la justicia  en los que se incluye a los ciudadanos que acuden a esos estamentos en busca de una respuesta pronta, oportuna y eficaz.

La justicia es un derecho conforme lo prevé la Constitución de la República y por lo tanto los ciudadanos tenemos que  ser juzgados por  un juez independiente, imparcial y competente; situación que en el día a día -con las excepciones que existen-  no se da, pues los reclamos son constantes y basta con activar cualquiera de las redes sociales o los medios de comunicación convencionales y nos encontramos con esa realidad.

La deshumanización de la justicia es más evidente o mejor dicho toma cuerpo en el proceso penal cuando observamos la afección al derecho de los derechos que es la dignidad. La dignidad humana implica la necesidad de que todos los seres humanos sean tratados en un pie de igualdad y que puedan gozar de los derechos fundamentales que de ellos derivan. Eso es lo que no se está dando en el marco de la administración de justicia en el país de Manuelito, pues para el operador de la justicia hay justiciables y profesionales de primera, segunda y tercera.

Y es que la dignidad del justiciable también se ve atacada desde otro lado. Las redes sociales absuelven o condenan. Para la persona que aplasta la tecla y envía el mensaje la sentencia está dada y en veces ello constituye camisa de fuerza para el juzgador,  sin que exista esa posibilidad de retractarse o aclarar, pues aquí cabe aquello de que palabra suelta no tiene vuelta.  Esa forma de comunicación debe ser controlada a través de la norma legal,  sin que ello quiera decir que se está coartando el derecho a la libertad de pensamiento y expresión, pues acaba de un dos por tres con la dignidad del sujeto que es nombrado y de sus familiares y allegados.

La humanización de la justicia está por verse. Le apostamos a la oralidad como mecanismo  idóneo para ese fin,  pero no existe, sino un remedo de oralidad, y la suspensión de la decisión judicial es pan de todos los días.

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