Ambrose Bierce, que en el Diccionario del Diablo define la palabra año como el “Período de trescientas sesenta y cinco decepciones”. En la política ecuatoriana, gracias a la multitud de candidatos en estas elecciones anticipadas, los ciudadanos, y con justa razón, se han convertido en unos pesimistas contumaces.
Los que no, asistirán a las urnas una vez más para convertir su papeleta electoral en una bola que rodará en la ruleta. Esta actitud no se escapa del pesimismo. Apostarán a ver si pasa algo. Saldrán y se comerán una empanada de morocho o un caldo de manguera y con ello, el rito de participación democrática se habrá esfumado. Con este acto y el plato de caldo de manguera será un ciudadano que participa en la vida política del país.
Aunque parezca una verdad de Perogrullo, la democracia solamente puede vivir con más democracia. Para ello solamente se la puede concebir aumentando el grado de participación de los ciudadanos. Eso significa participación en la escuela, en los gremios, en los partidos políticos para de ahí dar el salto a la participación en la vida política del país. Pero vivimos trescientos sesenta y cinco días haciendo gárgaras de tenor (harina de cebada con raspadura). Y puesto que ello es incómodo, mejor no participar ni hablar de política. Así quien nada espera, cualquier cosita será mucho.
Llegado el momento de asistir al rito pagano de tener que elegir una autoridad gubernamental será más cómodo votar por el arquetipo del candidato ecuatoriano: el ecuatoriano promedio no vota por partidos y no por personas; vota por un preferiblemente por un individuo lo más cercano al perfil “blanco” y nunca por un mestizo; deberá demostrar solvencia en un plan de gobierno, aunque sean cuatro versos aprendidos de memoria no preferirá a una persona reflexiva; escogerá a alguien que se identifique aunque sea por maquillaje con los principios de animalistas, medio ambiente, movimientos de lesbianas, gais, bisexuales, transgénero, intersexuales y con orientación sexual, identidad y expresión de género y características sexuales diversas más conocidos por movimientos LGBTIQ+. El gran electorado ya no está tan preocupado por los problemas de educación, salud, seguridad social…
De los grandes problemas se destacará el de la inseguridad. Quizá por ello el candidato más opcionado sea aquel “guapito” que nunca haya comido caldo de manguera pero para las propagandas se lo vean consumiendo un jugo de alfalfa, cerveza negra, naranjilla y huevo crudo…