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El Telégrafo
Mónica Mancero Acosta

¿La culpa es –solo- de Mera?

30 de marzo de 2015

Las reacciones por las declaraciones que diera el Secretario Jurídico de la Presidencia Alexis Mera, no se hicieron esperar. Provinieron desde la sociedad y ante la presión ciudadana, también del gobierno. Hemos tenido desde sesudos artículos de feministas en casi todos los medios, hasta tuits y declaraciones del gobierno y la propia disculpa del señor Mera. Y vale decir que las mujeres ecuatorianas hemos sido entrenadas largamente para disculpar.

A pesar de todo este gran revuelo, si lo miramos bien, resulta curioso echarle la culpa exclusivamente a Mera. Ya tuvimos  un código que penalizó el aborto por violación, cuando la mayor parte de la sociedad ecuatoriana, incluidas algunas mujeres asambleístas del mismo bloque oficialista, discrepaban al respecto. Y sabemos bien cuál fue la posición que se terminó imponiendo. También constatamos el giro conservador y poco eficiente que ha tomado la estrategia contra el embarazo adolescente hoy denominada Plan Familia.

Tampoco cabe exculpar al Secretario bajo el entendido de que su concepción se inscribe en un habitus patriarcal del cual él no es el único ni directo responsable. No cabe por la posición que ocupa pues como sabemos, de su mano salen los proyectos de ley que van a la Asamblea. No obstante, las declaraciones sexistas del asesor jurídico no deben sorprender demasiado, más si recordamos aquella otra infortunada frase para calificar al grupo de asambleístas de Alianza País —aquello de “las mal cul…” que se sospecha provino de su “fina ironía”— aunque no es la primera vez que lo escuchamos, ya las ecuatorianas estamos curtidas en esas expresiones.

Lo que verdaderamente sorprende son, precisamente, las reacciones encendidas y apasionadas de asambleístas y funcionarias del gobierno. Sorprende, no porque sean feministas y con inflamado ardor deban reaccionar ante tales afirmaciones, como mujeres conscientes que son. La sorpresa viene dada por 2 hechos contundentes: uno es que ellas han callado sistemáticamente frente a toda la política gubernamental sobre derechos sexuales y reproductivos. Algunas de ellas incluso, lamentablemente, aceptaron el castigo del silencio que se impuso ante la probabilidad de que se legisle en favor del aborto por violación.

Y el otro hecho, es que por su rol como asambleístas y funcionarias de alto nivel, deben legislar y diseñar las políticas públicas, y es en ese rol que deben demostrar su feminismo. Como decía un amigo tuitero “no se legisla por Twiter”. En efecto, los tuits y entrevistas de funcionarias y asambleístas, no constituyen ni políticas públicas ni leyes, ni van a disminuir el embarazo adolescente o van a parar la violencia sexista. De modo que, las mujeres y la sociedad que observamos con estupor el giro patriarcal de estas políticas, apreciaríamos mucho más que sus discrepancias se manifestaran en este otro nivel.

No sé si se alcanza a percibir la dimensión de lo que significa que 3 mujeres presidan la Asamblea, más la cuota de mujeres en altos cargos públicos. No sé si todas ellas están conscientes del rol histórico que tienen ahora, de las consecuencias de sus silencios y sus acciones. En este preciso escenario, resulta no solo paradójico sino escandaloso el hecho de que estemos retrocediendo en materia de derechos de las mujeres.

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