La consulta popular, el cambio del sistema político y los ¨independientes¨
26 de julio de 2021Hace pocos días, tras una reunión con el presidente de la República, el Asambleísta Fernando Villavicencio anunció que el gobierno de Guillermo Lasso convocaría a una consulta popular que, entre varios temas aún no conocidos y tampoco finiquitados, reformaría la organización de la primera función del Estado: la Asamblea Nacional.
El parlamento presidido por Cesar Litardo atravesó una enorme crisis política. Una investigación de Perfiles de Opinión de fines de 2020 concluía que la gestión de la Asamblea Nacional era calificada por el 41.9% de muy mala y por el 43.1% de mala; también, un estudio de Cedatos de abril de 2021 confirmaba que la desaprobación de la gestión del legislativo alcanzaba el 89.3% y la credibilidad de los asambleístas apenas bordeaba el 7.6%.
El sistema político ecuatoriano necesita cambios. No obstante, la solución no está en la reforma a la organización de la Asamblea Nacional, unicameralidad versus bicameralidad ni en elegir más o menos asambleístas, mientras los principales actores, las organizaciones políticas y las preferencias ciudadanas no cambien.
Tampoco, la crisis política o la falta de acuerdos que generen gobernabilidad dependen de las reglas electorales. Una Cartilla elaborada por el Instituto Nacional Demócrata (NDI), en base a los resultados de las pasadas Elecciones Generales, prueba que con el método de adjudicación de escaños vigente Webster o el método derogado D´Hondt, en la Asamblea Nacional 2021-2025 estaría igualmente representados 12 partidos y movimientos políticos nacionales.
El retorno a la democracia en 1979 consagró un sistema de partidos con estructuras ideológicas y políticos profesionales; entre ellos, el Partido Socialcristiano, la Izquierda Democrática, el Partido Socialista Ecuatoriano y la Unidad Popular.
En el 86, el Gobierno de León Febres Cordero fracasó en la consulta popular cuya única pregunta era sobre los ciudadanos ¨independientes¨ y el derecho a ser elegidos sin necesidad de estar afiliados a partido político alguno; sin embargo, Sixto Durán Ballén y Alberto Dahik triunfaron con la misma propuesta en el 94.
Con el tiempo, la reforma supuso el fin de los partidos políticos con una clara definición ideológica y programa de gobierno; y, su reemplazo por movimientos clientelares, carentes de principios y entorno a los intereses de sus dueños o caudillos.
Hoy, como siempre, los ¨independientes¨ forman parte de la bancada legislativa del gobierno; más aún, cada vez son más pues se alimentan de los desertores de las organizaciones políticas.
Si queremos que nuestro sistema político cambie, ya no podemos tolerar a políticos de alquiler, si esa es la intención de la consulta popular, el presidente de la República tendría que preguntarnos si estamos de acuerdo con la existencia de 68 movimientos políticos provinciales, 173 cantonales y 23 parroquiales que totalizan nada mas y menos que 264 organizaciones políticas que dicen ser ¨independientes¨ mientras que, en cada elección, gozan de la subvención financiera del Estado. Una reforma de esta naturaleza, también, tiene que sancionar a las autoridades que prefirieron su comodidad personal a las deliberaciones del partido o movimiento político que auspició su candidatura.