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El Telégrafo
José Gonzalo Bonilla

La consulta inconsulta sobre el Yasuní

27 de julio de 2023

El 20 de agosto próximo, los ciudadanos a más de votar por un torbellino de candidatos a la presidencia, deberemos escoger entre si estamos de acuerdo o no con regresar al Ecuador de los años 60.  Al ser el petróleo la principal fuente del financiamiento del desarrollo, abandonar el extractivismo petrolero, significará un radical retroceso socioeconómico para el país.

La principal objeción que hallo a la consulta acerca de la no exploración petrolera en pequeña parte del territorio del Yasuní es que se trata de una consulta inconsulta. Hoy la mayoría de los ecuatorianos que depositarán su voto no cuentan con la suficiente información para determinar la factibilidad, pertinencia y oportunidad de suspender la explotación petrolera.

Esta objeción invalida la legalidad y legitimidad de la consulta deliberada y planificada por un grupo minoritario de activistas ecologistas. La mayoría de los ecuatorianos votarán por una afinidad intuitiva más que por una convicción pensada y racionalizada.

Al no contar con un modelo alternativo al extractivista petrolero, nos veremos volcados a un modelo que ya lo conocemos, el agroexportador. Este modelo que de ninguna manera podrá sostener las demandas tanto del Estado como de la sociedad civil.  

La responsabilidad de no contaminar el planeta es un compromiso global y no tan solo de un país con una economía frágil. La salida no debe ser tan solo una estrategia “puertas adentro”.

Los expertos han calculado, dependiendo de la orilla en la que se encuentren, el impacto económico que significará la interrupción de la explotación petrolera. Sin embargo, nadie podrá negar las diferencias cualitativas de la calidad de vida de los ecuatorianos antes y después del boom petrolero.

El Ecuador, en su estructura social, estaba marcada por la pobreza. La mayoría de población era pobre. El acceso a la educación, salud y servicios básicos era nulo. En Quito no siempre había agua, luz y la telefonía era un bien suntuario. Las calles eran empedradas en el mejor de los casos. Qué decir de la viabilidad, era inexistente.

Con la llegada del petróleo se fortaleció la clase media y desaparecieron las grandes desigualdades entre terratenientes y campesinos. Se crearon otras. El empleo aumentó; la sociedad civil y el Estado contaron con más divisas que sirvieron para importar bienes y servicios, por ejemplo, para la adquisición de maquinaria, insumos para la industria, medicinas, tecnología para industria cultural, mejoramiento de los procesos productivos entre otros.

En conclusión, al no existir evidencia empírica significativa que demuestre el impacto negativo en el ecosistema y en los pueblos no contactados, me inclinó por el NO en la consulta popular sobre el retirar los campos de explotación de petróleo en el Yasuní.

Hasta no contar con un modelo alternativo de desarrollo que cuente con el suficiente grado de información de los ciudadanos, principalmente de los actores directos comunitarios, deberíamos votar NO a una consulta inconsulta.

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