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El Telégrafo
Ramiro Canelos

La ciencia económica en evolución. Los premios nobel 2021

26 de octubre de 2021

Pocas semanas atrás, la Real Academia Sueca de Ciencias concedió de forma compartida el Premio Nobel de Economía 2021, entre el canadiense David Card (U. de Berkeley) y la otra mitad, al estadounidense Joshua Angrist (MIT) y al holandés Guido Imbens (U. de Stanford). El Comité sueco destacó que sus aportes “han revolucionado la investigación empírica en economía”. Se subraya que pudieron clarificar la relación “causa -efecto” a través de los llamados experimentos naturales en los estudios con datos, además de sus notables contribuciones en temas tan polémicos y controvertidos respecto a los efectos del salario mínimo, la inmigración y el nivel educativo sobre el mercado de trabajo. Desconocemos en términos generales en Ecuador sus trabajos; sin embargo, serán de enorme interés estudiarlos y analizarlos principalmente para las universidades.

Últimamente, la ciencia económica observa una evolución que parte desde una perspectiva matemática, econometrista, basada en análisis de “laboratorio” donde se analizan los fenómenos económicos aplicando el legendario ceteris paribus (todas las variables que explicarían un fenómeno económico permanecen constantes a excepción de la variable en análisis) que permite “modelar” bajo varios supuestos, las decisiones “racionales” y comportamientos que tendrán los agentes económicos, hacia una nueva perspectiva con más contenido social soportada por la psicología, la sociología y la ciencia política. Esta evolución responde sin duda a una mayor complejidad de la sociedad actual y requiere de análisis y estudios alternativos que combinen rigor y participación de varias disciplinas.

Desde inicios del presente siglo, la Academia Sueca viene en un claro afán de ruptura con la economía clásica, premiando a investigadores que contribuyen a enriquecer la ciencia económica, a darle un rostro menos teórico, más social y humano; así y a manera de ejemplo, Kahneman (2002), psicólogo social, quien con su magnífico libro “Pensar rápido, pensar despacio” integra la psicología con la toma de decisiones económicas; Deaton (2015), que aporta con el análisis sobre el consumo, la pobreza y el bienestar; Thaler (2017), quien introdujo la economía conductual en debate de esta ciencia, sólo hay que leer su libro “Un pequeño empujón”.

La Universidad tiene la responsabilidad de estudiar e incorporar estos nuevos paradigmas en sus ofertas educativas. Los nuevos economistas deben tener una nueva mirada de la ciencia económica. A partir de allí deberán diseñarse soluciones propias a nuestra realidad insertas en una sociedad inmensamente desigual, alejadas de paradigmas ajenos y que desde hace mucho ya no explican nuestra realidad ni nos representan.

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