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El Telégrafo
Víctor Mendoza Andrade

La ciencia del nuevo mundo andino y la sustentabilidad

27 de octubre de 2015

En la región del Cusco camino a Pisac, como homenaje a la tierra y al agua, es posible observar en los andenes construidos durante el incario un ejemplo iniciado hace 3000 años de agricultura sustentable.

Los andenes son definidos como “conjuntos de terrazas escalonadas construidas en las laderas de las montañas andinas (para evitar la erosión) rellenadas con tierra de cultivo”. La superficie ocupada por estas obras cubre un millón de hectáreas de las cuales se utiliza en forma permanente el 10% y temporalmente 20%. El 70% restante está abandonado. Actualmente se está organizando un plan para la rehabilitación de 300.000 hectáreas de andenes.

Los incas, para utilizar los andenes en sus labores agrícolas, emplearon herramientas apropiadas como son la tajlla o chaquitajlla, arado de tracción humana, que es un palo puntiagudo, con una punta un tanto encorvada, que a veces era de piedra o de metal. Antes de su terminal tenía esta herramienta otro palo transversal, el agricultor apoyaba su pie para hundirlo en la tierra y luego hacer el surco. Racuana, un azadón cuya lámina era de madera dura. Ichuma, especie de hoz de cobre. Las herramientas manuales incaicas empleadas en la agricultura no han podido ser superadas, sobre todo cuando se trata de trabajar en las laderas andinas o en ámbitos limitados físicos, como los andenes.

Este sistema de agricultura sustentable para su aplicación económica eficiente contaba con subsistemas de apoyo, como el almacenamiento de los excedentes. En las laderas frente a la ciudadela de Machu Picchu se puede observar la entrada de socavones que por sus condiciones ambientales permitían el almacenamiento de papas en condiciones de liofilización, método de conservación que consiste en deshidratar un producto sometiéndolo a una rápida congelación eliminando el hielo posteriormente mediante un ligero calentamiento al vacío que lo transforma en vapor, procedimiento conocido por los incas, que les permitía mantener una reserva almacenada para sus necesidades urgentes o para la alimentación de su numeroso ejército, sobre todo cuando salían de campaña.

El testimonio extraordinario del desarrollo científico del incario lo tenemos en la instalación de Moray, ubicada a 53 km al NO de Cusco, en la que destaca un complejo sistema de andenería incaico, conformado por enormes terrazas superpuestas en forma concéntrica a modo de un gran coliseo, logrando hasta 150 metros en diferencia de niveles de altura. Esta tecnología permitió a los antiguos agricultores incaicos crear diversos microclimas, experimentar y obtener variedades de plantas, que mejorarán sus cultivos. Estas investigaciones se asimilan a la adaptación de especies -tema del mendelismo-, publicadas en 1866, dos mil años más tarde.

No solamente la lucidez científica para manejar en forma sustentable los recursos naturales renovables se manifiesta en la civilización andina, sino que también se registra en las organizaciones de las sociedades de regiones secas y húmedas tropicales del Nuevo Mundo, a las cuales nos vamos a referir en breve. (O)

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