Este órgano de espionaje, agresión a los pueblos e impulsor de invasiones, golpes de Estado, guerras y saqueos, en todos los tiempos, ha conmocionado la opinión pública mundial con sus acciones develadas en informes que dan cuenta de su extrema crueldad y brutal violación de los derechos humanos, conforme se debate en EE.UU.
Es el caso del reciente reporte presentado a la Comisión de Inteligencia del Senado, sobre interrogatorios a detenidos en Guantánamo, territorio cubano que ilegalmente ocupa, en cuyas cárceles han interrogado a acusados de los atentados del 11-S.
La prensa ‘independiente’ no ha podido ocultar la barbaridad de las ‘técnicas’ de investigación de la CIA ni la indignación del pueblo norteamericano y la humanidad progresista; en efecto, como se denuncia, a los prisioneros los han torturado centenares de veces, casi ahogándolos, rehidratándolos por el recto, impidiéndoles dormir, amenazándolos con el asesinato de sus seres queridos, etc.
Impotencia y rabia provoca todo esto, más aún cuando han comenzado a llegar a Uruguay, por iniciativa de Mujica, algunos de estos prisioneros con laceraciones en sus cuerpos, dolores en sus mentes, seres impregnados de terror provocados por los investigadores, a quienes G. Bush y su exvicepresidente califican de ‘patriotas’ a quienes se debe condecorar.
EE.UU., que se liberó del colonialismo inglés en acción gloriosa, devino en el dominador y capataz del mundo, para lo cual ha utilizado toda forma de terror y violación de derechos humanos; invasiones a nuestros países, desde México a Granada y Panamá, pasando por Cuba, uno de los países más agredidos por el terrorismo; basta recordar la invasión en 1961, para derrotar la revolución, con el desembarco en Bahía de Cochinos, sitio con nombre apropiado para los mercenarios de la CIA, que en número de 1.200 fueron apresados, sin que ninguno haya sido maltratado; sabotajes, como la explosión en el espacio aéreo en 1976 de un avión con 76 deportistas cubanos asesinados en este atentado, liderado por Posada Capriles, mafioso cubano residente en Miami, protegido por el imperio.
EE.UU. y muchos de sus dirigentes han causado terror con la CIA en todo el planeta; recordemos las invasiones y guerras en Irak, Afganistán, Pakistán, Libia, con millones de muertos, incluidos mujeres, niños y ancianos; el acoso a Siria; las dictaduras sangrientas de Pinochet en Chile, Argentina, Brasil, Bolivia,; los asesinatos de Allende, Torrijos, Roldós, Gadafi; y todo este terror en nombre de la democracia, la libertad y los derechos humanos; justo lo que jamás respetan ni en su propio territorio, donde siempre se desató el discrimen y maltrato a hombres y mujeres de raza negra, a quienes muchos desprecian y hasta asesinan; a los migrantes que los persiguen en grado extremo, con prácticas infames solo atenuadas en épocas electorales.
Y es indignante pensar que EE.UU. y su Gobierno, con un presidente que ostenta el Premio Nobel de la Paz (¡!??), cínicamente acusan a países con gobiernos revolucionarios (Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, etc.) y otros progresistas, de no respetar los derechos humanos, que para ellos se concentra en no tocar el libertinaje de poderosos medios, ligados a sus intereses; la defensa a la libertad de prensa y de expresión de sus propietarios, subordinados al poder imperial y trincas locales, control de planes conspirativos de la oposición por ellos manipulada y financiada; y el berreado cuento del Ciadi y múltiples convenios que no han suscrito, utilizando, eso sí, sus planes conspirativos.
En el colmo de la desvergüenza penetran organizaciones sociales y políticas y contratan dirigentes para tales perversos fines. La CIA está condenada por la opinión pública mundial, incluida la progresista de EE.UU., y su destino será, más temprano que tarde, el tacho de basura de la historia. La lucha mundial contra el terrorismo es punto central de la agenda de los pueblos.