Y como dice la máxima jurídica para completar la frase: relevo de prueba. Las redes electrónicas no precisan el año en que empezó a operar la Agencia Central de Inteligencia norteamericana (CIA) con otro nombre, pero sus referencias la ubican operando desde la Segunda Guerra Mundial, siempre ocultando los procedimientos utilizados, pero que van, según las denuncias de sus víctimas, desde la intriga hasta el asesinato, pasando por todo tipo de espionaje perfeccionado con la tecnología contemporánea, cuyo registro más amplio la divulgó el célebre Edward Joseph Snowden, a cuyas manos llegaron miles de copias de los mensajes que los agentes empleados de la CIA envían desde las embajadas de todo el mundo.
Embajadas desde las cuales los agentes de la CIA cocinan las intervenciones que terminan en dictaduras o invasiones, como lo confesó el fallecido exagente que desertó, Phillip Agee, que operó en Ecuador para que se instaure la dictadura militar de 1963.
El Senado norteamericano hizo un público reconocimiento de la forma en que actúa la CIA para supuestamente investigar al terrorismo, pero a base del terror más aberrante, calificado por los propios denunciantes como una brutalidad repugnante.
Hay que felicitar a la senadora demócrata Dianne Feinstein que ha tenido el valor de declarar lo que hace tanto daño al propio pueblo norteamericano, en cuyo seno el magnicidio y asesinato público han sido una abominable costumbre desde Abraham Lincoln hasta John F. Kennedy y su hermano Robert, y otras personalidades y personas inocentes, como los jóvenes negros, como en Ferguson, que son victimados por elementos extraviados.
El jefe de la CIA, John Brennan, admitió que se están utilizando procedimientos detestables que constituyen una brutalidad y terminan siendo ineficaces, que se convierten en una afrenta.
Con esta revelación se ha admitido públicamente la existencia de cárceles clandestinas ilegales, administradas arbitrariamente por la CIA en varios países del mundo, unas como la de Guantánamo en contra de la voluntad del pueblo y Gobierno de Cuba y afectadas por el repudio universal.
‘A confesión de parte, relevo de prueba’, y qué bueno el cambio de discurso, que otorga mayor credibilidad a lo que por décadas se ha denunciado porque ahora la denuncia emerge del propio régimen de Estados Unidos y a sus cómplices de los medios de comunicación privados y mercantilistas no les queda más remedio que reconocer y publicar (sin mucho escándalo) la información que brota de la propia nación del norte, dando la razón a quienes hace tiempo han denunciado esta realidad.
Convertida la CIA en árbitro del bien y del mal, tiene responsabilidad en una infinidad de crímenes que bajo su conocimiento, control e iniciativa, se cometieron antes y ahora en contra de luchadores, pueblos y naciones que quieren construir una sociedad de justicia social.
Qué bueno que sea del propio seno del régimen norteamericano que surge esa crítica al sistema.