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El Telégrafo

La campaña electoral

14 de abril de 2011

La convocatoria a consulta popular ha generado una durísima campaña electoral, quizá más dura que ninguna otra. No solo por los términos y conceptos empleados por los actores políticos, ácidos y hasta violentos, sino por la dureza de los hechos políticos, que han provocado la ruptura de alianzas, movimientos y grupos que parecían sólidos e inamovibles.

Así, por ejemplo, sorprende la separación de Ruptura de los 25, de un par de asambleístas de Alianza PAIS, entre ellos Betty Amores, actriz principal en el drama de los abuelos prisioneros por las deudas alimenticias de sus hijos. No hubo sorpresa en la formación del movimiento Montecristi Vive: es habitual que los amigos resentidos sean los críticos acérrimos del proyecto que empujaron ayer. Sí hay que reconocerles la decencia de montar tienda aparte de la partidocracia.

Una nueva sorpresa se suma a los golpes duros de esta campaña: la ruptura interna del movimiento Madera de Guerrero, con la separación de Enrique Herrería, que acusa a la agrupación (es decir, a Nebot) de no trabajar por el No. Curiosamente, fue María Paula Romo, de Ruptura de los 25, quien denunció que el silencio de Madera de Guerrero ayudaría a un triunfo del Sí.

El otro fenómeno es esa suerte de “fanesca política” que se cuece en la partidocracia. Vencidos por el peso de la realidad y mareados por el vértigo de la historia, los antiguos prohombres de la política nacional no encuentran  más remedio que juntarse para una lamentación coral. Cada uno acusa a Correa de convertirse en un dictador, mediante la aprobación de unas reformas que el vulgo no entiende.

Por desgracia para ellos, el vulgo entiende quiénes son sus amigos y enemigos. Hay un pueblo con creciente formación política, que entiende el sentido y finalidad de las preguntas, así no descifre los detalles jurídicos del caso. Hay un pueblo que se ríe y burla de ese coro de lamentaciones, integrado por pícaros, audaces, necios e ingenuos del viejo país, que, cuando no interpretan sus yaravíes, destilan odio y venganza contra quien los arrinconó para siempre.

¿Qué puede ofrecerle al nuevo país ese conjunto de personajes disímiles, que hasta ayer  se acusaban y ofendían mutuamente y que hoy quieren venderse como una “Alianza para el Regreso”?

El pueblo ecuatoriano tiene buena memoria y recuerda los méritos y deméritos de los actores políticos. Por eso ha optado por una ruta nueva y distinta, hacia una sociedad equitativa, justa y una vida plena.

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