Ya comentamos en un artículo anterior que nuestra verdadera esencia es espiritual, y que nuestro cuerpo material es el vehículo transitorio a través del cual nos manifestamos en este plano físico para poder interactuar con todo lo que nos rodea, pues de otra forma no lo podríamos hacer. Pero esto no quiere decir que no debamos dar importancia
al cuerpo, y hoy precisamente voy a referirme a ello.
Como medio de mantenimiento y expresión de la vida, el cuerpo debe ser cuidado, nutriéndolo equilibradamente, ejercitándolo adecuadamente, aseándolo oportunamente, haciendo que descanse convenientemente y reparándolo en caso de enfermedades o lesiones. Estas simples reglas serían suficientes si solo fuésemos seres sin conciencia ni Dios; pero, al ser entidades espirituales con responsabilidad moral, nuestro compromiso aumenta, ya que debemos actuar de manera consecuente con nuestra esencia.
Es por esto que no podemos vivir como los perros, gatos, cerdos, caballos, etc., seres que no solo se diferencian de nosotros por sus niveles de inteligencia y conciencia, sino por la substancia de su alma. Pese a ello, los humanos solemos dejarnos llevar por nuestros instintos y pasiones, cayendo en prácticas que envilecen nuestra condición y degradan nuestra naturaleza, y aunque en todas las etapas de la historia encontramos hechos de esta índole, durante los últimos años se ha agudizado la crisis moral, llegando al punto de pintar un rostro de normalidad a cosas que ante Dios son marcadamente repudiables y vergonzosas.
Hoy, lamentablemente, en muchos espacios se exalta al vicio y se escarnece a las virtudes, se entroniza al libertinaje y se condena al recato; personas que no se avergüenzan un ápice de sus prácticas inmorales pretenden ridiculizar a quienes se comportan con rectitud; no solo es tolerada, sino bien vista la impudicia, mientras se critica al decoroso; incluso públicamente se aconseja e insta al desenfreno e indecencia. Si muchos han perdido la brújula sobre lo que es moral y lo que no lo es, no debe extrañarnos, pues la Biblia lo advertía hace miles de años, señalando los diversos signos de corrupción e inmoralidad que marcarían nuestros días.
No olvidemos considerar que cuando se destruyen los cimientos morales de una sociedad, esta se debilita, por ello decía Alexis Carrel que el sentido moral es de gran importancia, y cuando desaparece de una nación, toda la estructura social va hacia el derrumbe; y Giuseppe Mazzini escribió que el verdadero instrumento del progreso radica en el factor moral.