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El Telégrafo

La Bohemia III

17 de septiembre de 2012

Murger clasifica la bohemia parisina en varias categorías y llama a la más numerosa "La bohemia ignorada", que está integrada por artistas pobres con una desmedida fe en el arte y un desprecio absoluto por el dinero y los convencionalismos sociales.

Para Murger "la bohemia ignorada no es un camino, es un callejón sin salida", que acaba con las mejores inteligencias.

A la segunda categoría pertenece "la bohemia aficionada", que está integrada por jóvenes burgueses que conservan algo de la rebeldía natural y que son atraídos por la vida bohemia, pero una vez que el espíritu rebelde se extingue, ya sea por cansancio o  por la presión del entorno social, volvían a la clase que los engendró y a la que nunca pudieron renunciar.

Murger denomina al tercer grupo "la bohemia oficial". Son aquellos que, sin que importara la clase social de la que provenían, tenían un talento singular y una vocación artística inquebrantable.  Estos son los bohemios que van a triunfar en el mundo del arte y que lucharán contra todos los prejuicios para lograr integrarse en el mercado literario y artístico y así ganar el reconocimiento social.

En opinión de Aznar Soler: "El odio del escritor burgués por la actitud bohemia era un síntoma de la angustia con que el escritor de la clase dominante contemplaba el ascenso amenazante de una bohemia hosca, rebelde y militante...".

En cambio Rubén Darío cae en cuenta de que la bohemia se había contaminado por el mercado y escribe en una crónica sobre la época: "Montmartre ha cambiado. Hay una verdadera transformación de ese rincón de la alegría, donde hace algunos años todavía se soñaban sueños de arte y se amaba con menor desinterés. Se dice que los artistas de hoy, ¡los mismos artistas!, no piensan más que en la ganancia...".

La bohemia sólo era posible en París, fue el singular modo de vida de esta ciudad lo que generó el tema de la ópera Louise, de Gustave Charpentier, Carmen, de Georges Bizet y la Bohemia, de Puccini; en esta última se reflejan las vivencias del autor en sus años de estudiante en el conservatorio de Milán, cuando compartía su habitación con Pietro Mascagni. La opera está basada en la novela ya mencionada de Murger y fue estrenada en Turín en 1896. 

El papel de Mimí lo interpretó la soprano Cesira Ferrani, el tenor Evan Gorga hizo el papel de Rodolfo y Arturo Toscanini fue el director de orquesta; la obra tuvo una acogida fría tanto por parte del público como de la crítica.  De lo que no se duda es que al mundo actual le hace falta una nueva Bohemia.

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