El afamado periodista Wálter Martínez, en su programa “Dossier”, señaló que en Siria se libran combates en dos planos: el real y el mediático. En este último, juega un gran papel la prensa escrita y televisada de las grandes agencias noticiosas pertenecientes a monopolios de la comunicación de Europa y Estados Unidos, que se encargan de satanizar a quienes no son del agrado de las grandes potencias hasta conseguir que, quienes no coincidan con sus aseveraciones, merezcan la condena de la opinión pública.
En Siria efectivamente se libran dos guerras. El Ejército de ese país combate a opositores al régimen unidos a fuerzas mercenarias apoyadas por Arabia Saudita, Turquía y Estados Unidos. Se erogan enormes sumas de dinero para la dotación de armamento, en tanto que la secretaria de Estado Hillary Clinton recorre el mundo buscando adherentes al proyecto de atacar a Siria como antes se hizo con Irak, Afganistán y Libia.
El libreto es más o menos el mismo: denunciar las atrocidades reales o supuestas que se cometen desde los gobiernos que se pretende derrocar y, luego, buscar el paraguas del Consejo de Seguridad de la ONU para justificar las agresiones. No importa que se demuestre -ejemplo Irak- que no había las armas de destrucción masiva que se denunciaban. Ya para entonces se había conseguido que los recursos petroleros pasen a manos de transnacionales que operan ese rubro.
Delegados de Naciones Unidas hablaron de la urgencia de enviar productos farmacéuticos a Siria, que hasta hace poco producía el 90% de los que necesitaba, que era casi autosuficiente en el plano alimentario y hoy requiere recursos de ese género para el consumo de su pueblo.
Sin entrar a debatir acerca del Gobierno sirio acusado de cruel y despótico, ¿por qué no se juzga con igual rasero a Arabia Saudita, cuya monarquía ejerce un férreo control desde hace muchos años y en la cual las mujeres tienen derechos muy restringidos?
Lo que se encubre en los ataques a Siria, mediáticos y reales, es que ese país era un sólido bastión laico y que su adhesión internacional no estaba del lado de quienes buscan mantener su hegemonía mundial. La probable derrota de ese gobierno abriría paso a una peligrosa incursión en Irán de consecuencias impredecibles y dejaría a Israel como potencia nuclear dominante en la región.
Es necesario que la opinión pública mundial conozca la importancia de la batalla de Siria y se movilice e imponga a quienes buscan la destrucción y la guerra.