Guantánamo es una base naval estadounidense implantada en la bahía del mismo nombre, en el sureste del territorio cubano. Junto con las islas Malvinas y la Guayana Francesa, es una de las últimas posesiones coloniales existentes en América.
La existencia de ese enclave militar forma parte de la historia del expansionismo norteamericano. Desde su nacimiento, los EE.UU. ambicionaron apoderarse de Cuba, sea mediante compra a España u ocupación militar.
En 1898, mientras los patriotas cubanos se hallaban a punto de derrotar militarmente a su metrópoli y conseguir su independencia, los EE.UU. declararon la guerra a España, con el afán de arrebatarle sus últimas colonias. Tras una breve campaña, esta emergente potencia derrotó a la vieja potencia ibérica y se apoderó de Cuba, Puerto Rico, las islas Guam y las Filipinas, que pasaron a ser sus colonias.
Después de dos años de ocupación militar, los estadounidenses convirtieron a Cuba en una “República mediatizada”: en 1900 impusieron a la isla el gobierno de Tomás Estrada Palma y en 1901 el presidente MacKinley promulgó la “Enmienda Platt”, por la que su país se reservaba el derecho de intervenir en Cuba cuando lo estimara necesario.
Por fin, en febrero de 1903, los EE.UU. le obligaron al gobierno de Estrada Palma a suscribir un “Convenio para las Estaciones Carboneras y Navales”, por el que se les permitía implantar una base naval en Guantánamo.
Según tal documento, Cuba arrendaba a EE.UU. un territorio de cerca de 118 km cuadrados, sin plazo fijo, para que este país estableciera “estaciones carboneras o navales y para ningún otro objeto”.
Más tarde, un tratado de 1934 fijó en dos mil dólares anuales el valor del arrendamiento de ese extenso y estratégico territorio cubano, convertido de hecho en un enclave colonial extranjero.