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El Telégrafo
Federico Mayor Zaragoza

La ayuda al desarrollo humano y sostenible

04 de octubre de 2015

En el excelente diseño del Sistema de las Naciones Unidas de Roosevelt, con instituciones y programas especializados en alimentación (FAO), salud (OMS), trabajo (OIT), educación, ciencia y cultura (Unesco), infancia (Unicef)... destacaba, por la importancia de los recursos asignados y el apoyo generalizado, del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Tres palabras clave para asegurar un futuro solidario y que permitiera a todos una vida digna en los respectivos países de origen: com-partir, co-operar, com-prometerse.

La Constitución de la Unesco proclamó en 1945 que “la humanidad se guiará por principios democráticos”... y la educación procurará que, siendo todos los seres humanos iguales en dignidad, se comporten “libre y responsablemente”. Poco a poco, las ayudas se convirtieron en préstamos concedidos en condiciones draconianas, la cooperación internacional se transformó en explotación, el Banco Mundial “para la Reconstrucción y el Desarrollo” perdió su apellido para ser herramienta al servicio de los países más prósperos,... y, para colmo, el neoliberalismo de Reagan y Thatcher cambió los valores éticos por los bursátiles, las Naciones Unidas por grupos plutocráticos (G-7, G-8, G-20) y situó a la Organización Mundial del Comercio directamente fuera del ámbito de las Naciones Unidas.

El resultado está a la vista: una economía de especulación, deslocalización productiva y guerra (no me canso de decir que cada día se gastan más de 3.000 millones de dólares en armas y gastos militares al tiempo que mueren de hambre unas 20.000 personas, la mayoría niñas y niños de 1 a 5 años), una drástica reducción de las ayudas al desarrollo, paraísos fiscales colmados, tráficos de toda índole en medio de la mayor impunidad a escala supranacional, deterioro de la habitabilidad de la Tierra...

Menos mal que, desde hace poco, la voz de la gente, gracias a la tecnología digital, ya puede oírse y hacerse escuchar por los encumbrados; los seres humanos -salvo ridículas excepciones- se sienten progresivamente ciudadanos del mundo; y la mujer, secularmente aislada por el poder absoluto masculino, comienza a intervenir, con las facultades que le son inherentes y distintivas, en la toma de decisiones...

Ahora, como acabamos de ver en el terrible caso de los refugiados y emigrantes, ha sido el grito de la gente y sus brazos abiertos los que han logrado cambios radicales en la cerrada y opaca actitud de los gobernantes. Ahora, en muy poco tiempo, hemos visto trastocarse organigramas de poder que parecían inmutables. Ahora, querido y admirado “El Roto”, serán “nosotros, los pueblos...” los que darán respuesta a tu formidable viñeta del 19 de septiembre en El País, como hace poco la dieron a la del niño Aylan en la playa turca de Ali Hoca Burnu.

Gracias. Es así, con llamadas a la conciencia popular, como se enderezarán los torcidos caminos actuales y se consolidará una democracia genuina a escala personal, local, nacional, regional y mundial. (O)

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