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El Telégrafo
Samuele Mazzolini

La apuesta de Jeremy Corbyn

11 de agosto de 2015

Detrás de ese halo de país políticamente monótono, se van abriendo cada vez más grietas en el aplomo aparentemente impasible de Reino Unido. Es verdad, las elecciones generales de mayo nos han devuelto un país gobernado exclusivamente por los conservadores, sin ni siquiera la tibia moderación que ejercieron en la legislación anterior los liberal-demócratas. Mientras tanto, el intento escocés por obtener la independencia ha sido vencido el año pasado por el miedo infundido por la finanza londinense: una derrota, sin embargo, parcialmente mitigada por el amplio contingente de parlamentarios logrado en las elecciones generales por los nacionalistas escoceses. El único verdadero ‘outsider’ nacional que haya logrado sumar un apoyo no marginal en cambio es un partido -el UKIP- de orientación racista y xenófoba, que no obstante sacar un porcentaje decente en las votaciones, finalmente pudo lograr apenas un escaño en Westminster.

Pequeños sacudones que el sistema hasta ahora ha logrado reabsorber con una cierta holgura. Sin embargo, el país parece albergar más sorpresas. Una de ellas podría inesperadamente venir del Partido Laborista. Si Jeremy Corbyn, voz interna históricamente disidente, lograse ganar su liderazgo así como sugieren varias encuestas, tendrían razón aquellos que por años insistieron que en el Reino Unido la única forma para avanzar un proyecto de cambio radical era intentar reformar el Partido Laborista, arrebatándolo del ‘blairismo’, y no crear otros sujetos políticos a su izquierda. En realidad, la razón por la cual un izquierdista auténtico como Corbyn tiene posibilidades concretas de guiar su partido tras desafiarlo por más de 500 veces en Parlamento (Corbyn es diputado por el distrito londinense de Islington North desde 1983) es puramente contingente. El año pasado, el exlíder laborista Ed Miliband hizo aprobar el criterio de ‘un miembro, un voto’ para la elección del líder sin prever los desenlaces que podía generar.

La ocasión se ha prestado no solamente para que muchos de los que se habían distanciado de laborismo volviesen a llenar sus filas, sino para generar también un hondo debate sobre la orientación del partido que ha acabado atrayendo muchísimas personas sin antecedentes de participación política: el resultado ha sido un incremento de la membresía de 70 mil inscritos llenos, 70 mil sostenedores afiliados y 50 mil sostenedores registrados en los últimos 3 meses. Todos tendrán derecho de voto en la selección del líder laborista que se abrirá por la mitad de agosto para concluirse el 10 de septiembre. Se supone que buena parte de este nuevo capital político sea orientado a escoger a Corbyn como futuro líder laborista.

La apuesta de Jeremy Corbyn es esperanzadora: ha hablado sin ambages en contra de la austeridad y ha promulgado un manifiesto ambiental particularmente avanzado. El otro día sugirió incluso que los laboristas deberían volver a comprometerse por la propiedad pública de las industrias clave, un tema considerado un tabú desde que Blair rediseñó el partido. ‘I don’t do personal’: este el eslogan plural de este hombre frugal, socialista, ciclista y republicano que quiere devolver su partido a sus causas históricas. (O)

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