Fue un gran salto, realmente, ha sido una de las reformas legales en materia empresarial más destacada, podría decir sin miedo a equivocarme, de los últimos cincuenta años en Ecuador. El 28 de enero del 2022 entraba en vigor la Ley de Emprendimiento e Innovación, donde entre otras cosas, nos entregaban la figura de las Sociedades por Acciones Simplificadas.
Pero, ¿por qué esta figura es tan importante?, pues podríamos conversar de esto durante mucho más que unas cortas líneas, pero en general, se ha creado una empresa que no requiere de más de un accionista, un representante legal, no requiere de un Notario para que se perfeccione, no requiere de un trámite burocrático registral, y básicamente, no tiene limitaciones en el imaginativo empresarial para estructurarla.
Esto molestó a más de uno, al parecer. He seguido, con mucha atención, la posición del actual Superintendente de Compañías, Seguros y Valores y su equipo asesor en sus concurrencias a la Asamblea Nacional, donde ha dejado bastante claro que no le gusta la figura, que los registradores mercantiles están enojados por esto, y ni que se diga de los Notarios, ellos simplemente no quieren ni escuchar sobre las SAS.
Es simple, el tema es dinero y poder que se quita, ese fondo que antes estábamos obligados a pagar cuando de empresa se trataba, pues “todo lo que se hace en derecho, se deshace de la misma forma”, y, por lo tanto, cualquier empresa constituida por acto notarial necesita modificarse de la misma forma, creando así una innecesaria adicción a las Notarías, y no es menos cierto, tampoco, que todo acto notarial debía inscribirse en el Registro Mercantil para tener “seguridad jurídica”. Si, esa misma seguridad jurídica que tenían las empresas constituidas con todos estos requisitos onerosos, y donde se lavaron todos los pecados de las empresas arroz verde.
Ahora, en números es bastante sencillo encontrar la molestia, hasta el momento este tipo de sociedades es bastante apetecida y ronda entre unas 15 mil SAS constituidas, a un valor de USD 100 promedio de constitución, las notarías dejaron de facturar ciento cincuenta mil dólares, sin contar reformas, liquidaciones y demás actos que ya no requieren de su presencia.
La empresa, concebida como la tenemos en Ecuador, ha servido y ayudado a servirse a actores que nada tienen que aportar al negocio, a su crecimiento, menos aún a su vida estable y estabilizada, entre estos, los grandes bloques que interrumpen la creación de negocio y que por lo visto no han terminado de saciar, quieren más, a costa del bolsillo del micro y mediano empresario, que como he dicho en miles de ocasiones, no le alcanza ni para sobrevivir después de todo lo que tiene que pagar, y hoy por hoy, algo de alivio se le ha brindado en que su estructura no sea tan cara.
Entonces, es momento de defender el progreso del corporativismo sólido que requiere este país para incrementar sus plazas de trabajo, la facturación y generar riqueza bien repartida por un mercado que aún sigue siendo vago y escaso en competencia real de mercado.
La pregunta es, señor Superintendente, ¿Usted que ha hecho por los emprendedores para que exista solución efectiva de los accionistas minoritarios?, ¿Usted que ha hecho por los empresarios MYPIMES para que exista banca de riesgo?, ¿Usted que ha hecho por una ley de quiebras transparente y eficaz?, ¿Usted que ha hecho por el empresario para el manejo prolijo de las representaciones legales?, ¿Usted que ha hecho por conversar con sus pares del SRI, IESS, entidades bancarias, para simplificar y concentrar el reporte de información?, exacto, nada, solo está ahorita quejándose de algo que funciona para la sociedad pero no funciona para bolsillos ajenos.
No señor Superintendente, usted no trabaja para las notarías y registros, usted trabaja para la sociedad de empresarios ecuatorianos y es una vergüenza escucharlo decir, tan floridamente, que la única herramienta que ha intentado democratizar y abaratar la generación de empresa, es un instrumento que no le gusta.
Larga vida a las figuras jurídicas que ponen a trabajar al sector público, las Sociedades por Acciones Simplificadas están para quedarse, y es momento de dejar de pedir notarización de las demás figuras. Si quieren transparencia y seguridad jurídica, que la brinde la Superintendencia de Compañías, Valores y Seguros en los procesos societarios, dejen de lavarse las manos en las notarías y hagan su trabajo.