A inicios de abril de 2007, cuando recién iniciaba su gestión como presidente de la República, Rafael Correa realizó la primera visita oficial a Brasil entrevistándose con el presidente Lula. En la agenda constaba la visita al Museo Memorial Juscelino Kubitcheck, presidente del Brasil en el período 1956 - 1961, cuyo lema fue realizar en 5 años lo planeado para 50 años.
Él, sin duda, inspiró a Correa en su visión de hacer las cosas extraordinariamente rápidas y bien en el país.
Kubitcheck transformó a Brasil. Impulsador de la construcción de Brasilia, una ciudad planificada por el arquitecto Niemeyer, para ser la capital de ese país, quien también diseñó el sambódromo.
Kubitchek aplicó la planificación para elaborar el Plan de Desarrollo basado en la creación de infraestructura física, industrialización por sustitución de importaciones y política social con miras a la diversificación, redistribución y crecimiento del país.
En cuanto a infraestructura construyó carreteras, hidroléctricas, caminos, puentes, comunicaciones, etc. Desarrolló la industria automovilística, de electrodomésticos, acero, industria pesada, naval, etc. y, en política social, aumentó los gastos en salud y educación. Atrajo la inversión extranjera. Rompió con el FMI por no aceptar sus reformas económicas, poder emitir deuda pública y terminar la construcción de Brasilia. El promedio de crecimiento económico anual fue de 7% en su período y sentó las bases para el desarrollo de Brasil.
El gobierno de Correa ha creado infraestructura física con la construcción de carreteras, puentes, caminos, hidroeléctricas, telecomunicaciones, aeropuertos, etc. con el propósito de aumentar la competitividad sistémica. La inversión pública ha impulsado el crecimiento económico, en el que la infraestructura es un factor básico. Recordemos los casos de España y Portugal que eran los países más atrasados de Europa, los que al entrar a la Unión Europea pudieron construir infraestructura de países desarrollados e impulsar su crecimiento.
Por otro lado, el gobierno de Correa aplica una política social agresiva, aumentado significativamente el gasto en educación, salud, vivienda, etc. y la política de subsidios sociales (bono de desarrollo humano, desayuno escolar, textos y uniformes gratuitos, etc.) que ha conducido a mejorar el nivel de vida, redistribuir el ingreso y reducir la pobreza.
Correa expulsó a los organismos financieros internacionales (FMI, Banco Mundial) que exigían aplicar planes de ajustes y reformas estructurales para conceder créditos. En cambio, siguió una política no ortodoxa. Se negó a firmar tratados de libre comercio porque su concepción del desarrollo está basada en el aumento del mercado interno e inversión pública y nacional para impulsarlo.
No alentó la inversión extranjera y más bien anuló los tratados de inversión recíproca que daban prerrogativas al capital extranjero. Aplicó la planificación y elaboró el plan de desarrollo. Propugna el cambio del modelo económico hacia uno de sustitución selectiva de importaciones y obtener renta de los recursos naturales para obtener fondos y financiar la infraestructura y la política social. Caminos similares de los dos presidentes para alcanzar el desarrollo de forma pragmática.