Durante los últimos tres años he tenido la oportunidad de asistir a la premiación del mejor profesor del mundo, organizada por la Fundación Varkey, en un evento que rebasa las lindes de la imaginación, que ocurre siempre en la modernísima ciudad de Dubái.
En los dos años pasados, fueron una canadiense y una británica las afortunadas ganadoras, pero este año África se llevó el galardón, el maestro keniano Peter Tabichi, genuino en sus primeras expresiones luego de recibir el trofeo y el millón de dólares que lo acompaña, sabiéndose que su vida ha sido un testimonio de desprendimiento personal y de entrega a la causa de la educación.
Este fraile franciscano, que trabaja en una aldea de Kenia, ganó en días pasados el denominado Nobel de la Educación, en una ceremonia inolvidable, sobre todo por la emoción reflejada en su rostro y la alegría contagiosa de este maestro que pone por delante su profesión y que sin tener las facilidades de que otros establecimientos disponen, ha logrado marcar la diferencia como profesor de innovación en la remota escuela secundaria Keriko Mix Day.
Tabichi consiguió que sus alumnos mejoren notablemente en sus estudios, que baje la deserción escolar, y que toda la aldea se sienta beneficiada por el accionar de este maestro y sacerdote.
El profesor Tabichi trabaja en una escuela remota del valle del Rift en la región de Nakuru, el centro educativo no tiene acceso a internet, pero él ha logrado más que muchos profesores que tienen todas las facilidades. Ha demostrado pasión por su trabajo, ama lo que hace, ha introducido buenas prácticas en las siembras de la zona, ha imbuido a cada alumno de autoestima y ganas de hacer las cosas, mantiene un permanente diálogo con sus alumnos, con los padres y madres y con la comunidad, empoderando a las chicas para impedir que se casen a una edad muy temprana. Todo lo hace con la sonrisa en los labios, con entusiasmo y poniendo verdadera pasión en su trabajo como maestro.
El mejor maestro del mundo nos deja varias lecciones que debemos asimilar y reproducir en países como el nuestro. Fundación Fidal hace su parte al premiar a los mejores maestros de Ecuador y de Iberoamérica; este año lo hará en una ceremonia que será el 16 de abril y a la que están invitados todos quienes aman la educación y sienten que vale la pena el esfuerzo que le dedicamos. (O)