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El Telégrafo

José Ingenieros, Arízaga Luque y el nombre del complejo de los 4 puentes del Guayas

16 de septiembre de 2011

Antes que nada, una anécdota, que con su venia, respetados  lectores, relataré  a continuación. Invitado por la fundación Banco Mayo, en abril de 1985, concurrí en Buenos Aires a un evento científico  que dirigía el eminente siquiatra doctor Khantzian. El orador principal evocó la figura de José  Ingenieros como uno  de los  padres de la sicopatología latinoamericana  en su teoría y en su praxis.

A mi lado, uno de los asistentes musitó: “¿Este  es un  certamen sobre adicciones o más bien  sobre arquitectura?”, lo fulminé con la mirada y le manifesté  que Ingenieros era un compatriota suyo, que junto a Rodó  y Vasconcelos fueron   los  pensadores fundamentales del  continente en el  siglo XX. En el receso, el sujeto  de marras  nuevamente se acercó donde mí y  con absoluta candidez me explicó que era un periodista de uno de los diarios importantes de Argentina y que cubría este tipo de reuniones  y que por favor le siguiera hablando de Ingenieros. Por tanto, exaltando la admiración por su vida y su obra, dije todo  lo que sabía de él.

Así  entonces, le expresé  que Ingenieros,  un discípulo distinguido de Charcot, Lombróso y Morselly, presidente del primer Congreso Internacional de Psicología en Roma en 1905,  fue  un valiente y reconocido  luchador popular que   con su intelecto y acción  forjó una vida  sin cobardías ni debilidades a favor de los  parias  y desvalidos de la Tierra, y como  conductor de juventudes estuvo especialmente comprometido  con la nueva Universidad y dispuesto a dejarlo todo, aún su vida, por sus ideales.

Desde luego, al siguiente día,  el reportaje del  periódico  sobre el  seminario de adicciones  versó sobre mis declaraciones  y no sobre la importante  vida de este  singular e importante científico y luchador social  argentino y mundial.  Esta pequeña historia que  les he contado,  que  con el andar de los años se convirtió en un chascarrillo que ha divertido a amigos y colegas,  me vino a la mente cuando,  estupefacto, leí una noticia   en el denominado “Primer diario nacional”, cuyo contenido se solventa en primera página  con un  titular  inicuo:   “Guayasenses no son  opción para  nombre de los puentes”, y que  ratifica  en el desarrollo del mismo  que las denominaciones para los puentes del  conjunto vial no atañen  a nativos de esta provincia,  pero sí de otras.

El suceso publicado,  y sustancialmente  su intención,  nos remonta a las épocas feudales, donde solo los oriundos del burgo tenían ciertas prerrogativas u honores, pero además se comete una gran injusticia  en la crónica mencionada: la negativa de méritos -no sé si por ignorancia o mala intención del autor de la nota-  a un gran ecuatoriano, Francisco Arízaga Luque, que como muchos connacionales nació en territorio extranjero, pero dedicó gran  parte de su existencia a la lucha por mejores días para la patria, sea como  constituyente u organizador  de la Alianza Democrática, que agrupó a todo el espectro  político ecuatoriano, de la derecha a la izquierda, con el fin de luchar contra el gobierno plutocrático de Arroyo del Río, culpable de nuestra  mutilación territorial, contienda que tuvo su epílogo justo  en la insurrección  popular armada del 28 de mayo de 1944.

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