John es un joven inglés que vino al Ecuador hace siete años en un tour de 15 días que incluía deportes de aventura, mercados indígenas, centros históricos y Galápagos. En el trascurso de su viaje siempre preguntó precios de hoteles y restaurantes, dándose cuenta de que las utilidades de la agencia inglesa que lo trajo eran muy altas, pues los precios verdaderos (si bien en Inglaterra parecía barato el día de rafting por 80 euros, realmente aquí cuesta 30 euros y si se contrata en grupo 20 euros) eran irrisorios para un europeo.
Vio que aquí nadie controla el tránsito de grupos de extranjeros; en el aeropuerto el ingreso es rápido y fácil, en la mayoría de hoteles no registran a sus huéspedes ni informan a Migración, la Policía apenas si pide papeles en las carreteras y jamás investiga quién es el guía del grupo, así que apenas regresó a su tierra empezó a ofrecer tours a Ecuador -país mucho más barato y seguro que sus vecinos Colombia o Perú- sin intermediarios, sin actividades incluidas, y allá resultó tan económico que gracias a Internet la demanda se disparó y cada mes venía con un grupo de entre 20 y 30 ingleses.
Con esa cantidad de gente nuestros hoteles empezaron a darle precios aún más bajos, gratuidad para chofer y guía; los restaurantes abundaron en comidas gratis, los almacenes de artesanías lo llenaban de regalos y el mejor negocio resultaron ser las actividades, pues un Touroperador de Rafting cobra 35 dólares a sus turistas, 10 de los cuales entregaba a John por debajo de la mesa.
John se cansó de tanta ida y venida, compró aquí una casa, contrató un guía ecuatoriano para que recibiera al grupo en el aeropuerto. Detrás de la casa construyó su primer hotel que funciona con un simple permiso de Intendencia, luego otro en otra ciudad, luego otro y ahora John es un joven millonario que jamás ha pagado un impuesto, recorre nuestras hermosas carreteras con sus grupos y los excedentes los envía a Inglaterra, donde va a casarse, establecerse y desde ahí manejar su negocio en Ecuador, tal como lo hacen muchos otros extranjeros que han encontrado en el turismo ilegal de nuestro país una mina de oro inagotable, sobre todo para la operación turística que en su mayoría funciona al margen de nuestras débiles leyes y tenues controles, sustentada en una generosa apertura a un mundo que gracias a la abundante publicidad actual busca venir a un Ecuador y sobre todo a unas Galápagos que en Internet son propiedad de los Touroperadores extranjeros.