Publicidad

Ecuador, 05 de Octubre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Samuele Mazzolini

Jeremy Corbyn

15 de septiembre de 2015

Su candidatura estuvo en vilo hasta las últimas horas disponibles para inscribirla. En junio, Jeremy Corbyn, el nuevo líder del Partido Laborista británico, logró asegurar el apoyo del número requerido de parlamentarios de su grupo con las justas. Incluso, lo respaldaron algunos ‘blairianos’-enemigos ideológicos internos por excelencia- en nombre de la necesidad de enriquecer el debate y hacerlo más plural en vista de la elección del nuevo líder. Una especie de bondadosa concesión hacia el ala más de izquierda del partido, que aparentemente no tenía ninguna posibilidad de ganar. Se dice también que Corbyn aceptó lanzarse a la contienda de forma reluctante: antes de él, otras figuras cercanas a sus posiciones habían fracasado rotundamente. Concesionario de un pequeño huerto municipal, Corbyn aparentemente se preocupó de que la maleza se adueñara de sus plantas en las semanas de la campaña.

Seguramente ahora Corbyn tendrá que encontrar un reemplazo permanente para su huerto, pues este hombre acaba de conquistar el liderazgo del mayor partido de oposición en el Reino Unido con un abrumador 59,5% de los votos de los afiliados. El escritor Tariq Ali nos señala que Corbyn es desde luego el líder más radical que haya tenido este partido en su historia: su empeño político de larga data lo ha visto no solamente abogar por la igualdad y la justicia social en su país, sino que ha sistemáticamente participado en los movimientos y las causas ambientalistas, pacifistas y anti-imperialistas.

Sin embargo, como bien enfatizó el periodista Paul Mason a través de un ‘tweet’, hace 60 años (y tal vez incluso menos) su elección jamás habría generado una semejante bomba mediática. Se trata de un importante recordatorio de los tiempos en que vivimos y con los cuales Corbyn tendrá que lidiar: el gran capital, que goza de una hegemonía mundial en la cual, sin embargo, van insinuándose las primeras grietas, mal soportará el desafío que este señor, hasta ahora sistemáticamente alejado de los reflectores públicos, ha logrado elevar a un nivel tan alto en uno de los países centrales.

Si bien es evidente que Corbyn tendrá enemigos de sobra entre el aparato mediático, el distrito financiero de la City y los conservadores (ayer el primer ministro Cameron tildó de amenaza para la seguridad nacional al Partido Laborista bajo el liderazgo de Corbyn), tampoco hay que subestimar la oposición interna al Partido Laborista y en particular dentro del grupo parlamentario (donde algunos de los que lo apoyaron en pos de la pluralidad del debate ya se han arrepentido). Los incendiarios editoriales publicados el día después del anuncio del resultado por parte de dos figuras destacadas del ‘blairismo’ como David Blunkett y Charles Clarkes revelan el clima que se respira dentro del partido. Para vencer el boicot interno, Jeremy Corbyn tendrá que crear alrededor de su figura un movimiento de masa, dispuesto a llenar las calles y sostenerlo en el viraje que quiere imprimir a las políticas del ‘Labour’. La inscripción de más de 14 mil personas en las 24 horas sucesivas a su elección es una señal que sugiere un prometedor giro en la política de la isla británica. (O)

Contenido externo patrocinado