Hace pocas semanas el presidente Lasso acaba de anunciar la conformación de una comisión que deberá entregar un informe sobre la salida a la crisis de la seguridad social en el Ecuador.
En los años 60, la situación que vivían nuestros padres era muy diferente a lo que estamos enfrentando ahora. Para aquel entonces, nuestros padres comenzaban, quizá terminaban su vida laboral en la misma institución. La palabra desempleo no existía. Era muy fácil el acceso a un crédito de vivienda. Por aquel entonces, el promedio de vida era de 60 años. Y acababan de pagar su crédito… La mayoría de los hogares contaba básicamente con el ingreso del sueldo del padre de familia. La madre se dedicaba a la educación de los hijos y al cuidado del hogar. Era un país agrícola no petrolero. Eran tiempos de una economía de bajo consumo. Los tiempos evolucionaron. La seguridad social daba sólida respuesta para enfrentar la vejez, el desempleo, enfermedad, invalidez, accidentes del trabajo, maternidad o muerte.
Hoy, el presidente Lasso debe enfrentar la crisis de la seguridad social, la más grave. Incluso algunos hablan de la quiebra del sistema.
La crisis se la viene arrastrando por décadas. Esta se potenció con las obedientes administraciones del correísmo que, con el protervo fin de garantizar una fuerte base populista electoral, convirtió la Caja del Seguro en la caja chica de los negocios y la propaganda del proyecto revolucionario.
Desde los ochenta se avizoraba que la pirámide generacional estaba invirtiéndose. Es decir, el número de afiliados jubilados era mayor a los jóvenes que se incorporaban como nuevos aportantes. Como si no fueran conscientes de este problema, las administraciones de Ramiro González y Richard Espinosa, de manera perversa, extendieron gratuitamente las prestaciones a los hijos y cónyuges de los afiliados.
Con la siniestra inversión del correísmo, con el dinero de todos los afiliados, esperaban garantizar el ejercicio del poder por largos años. Si no, esperemos a ver los resultados de las elecciones de este 5 de febrero…
Esta irresponsable y malévola inversión política acrecentó la falta de sostenibilidad del sistema de prestaciones dada por la mayor expectativa de vida y el decrecimiento de la tasa de natalidad. A esto sumemos la débil liquidez del fondo de invalidez, vejez y muerte, así como la dificultad del gobierno en cumplir con el aporte del 40 % son los principales problemas que han llevado al presidente Lasso a buscar una salida. Esperemos que la comisión conformada, en mayo, no tenga que proponer la peor inversión política. Cualquiera que esta sea tendrá un costo político alto. No hacerlo, también.
¿Subir los aportes a los afiliados? ¿Aumentar la edad para la jubilación? ¿Reducir las prestaciones? Son salidas que se barajan y que deberán ser tomadas en cuenta, pero empezando con los nuevos afiliados…