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El Telégrafo
Fernando Bustamante

Investigar las raíces de la corrupción

04 de marzo de 2018

En los últimos meses nuestra sociedad se ha visto abrumada por la progresiva revelación de la magnitud y generalidad de las prácticas corruptas que –por lo visto- se ensañaron en nuestro país en los últimos años. Es posible que ni los más acerbos críticos de la administración anterior hayan podido calibrar la dimensión del problema, y, para esa mayoría ciudadana que apoyó a las administraciones del presidente Correa, el baldazo de agua fría debe ser escalofriante.

Lo es, sin duda, para muchos de los que colaboraron con dichos gobiernos en la creencia de que representaban una posibilidad de ruptura con los vicios del pasado. Ahora vamos descubriendo que lo único que se logró fue llevar esas lacras a una escala mayor, en función de una disponibilidad de recursos muy superior a la de ese denostado pasado.

La reacción de nuestra opinión pública aún se reduce al anatema, el escándalo moral y a la demanda (justificada) de esclarecimiento y sanciones. Todo ello es comprensible e ineludible. Sin embargo, es urgente ir más allá: es imprescindible tratar de comprender las raíces y causas profundas que han hecho hasta ahora imposible hacer frente con éxito a este problema. Las prácticas corruptas acompañan el desarrollo social y político de nuestro país desde un inicio y solo han cambiado sus magnitudes y métodos, pero no su esencia. Será imposible lograr reales transformaciones en este tema, si no investigamos, con base en evidencia, cuáles son las raíces y las causas profundas que hacen que la corrupción sea, hasta ahora, y a pesar de todo el discurso y el escándalo dirigidos contra ella, una inseparable compañera de nuestra vida republicana.

Es necesario llevar a cabo análisis que vayan al meollo del problema. No basta con ir a tientas de ciclo en ciclo de indignación, y tampoco bastan consignas atractivas, pero finalmente vacuas, que dejan las fuentes intactas y listas para volver a manchar a las nuevas “manos limpias” que pretendan tomar el timón del Estado. (O)

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