En estos tiempos de crisis en que se acentuaron las pandemias, las guerras, la desigualdad, injusticia y otras miserias, seguro que se generó más des-humanidad. Nos quedamos perplejos pensando en la trascendencia del Ser y de su sociedad y seguro que nuestras reflexiones son pesimistas y hasta fatales. ¿Pero cómo llegamos a esto? Las respuestas son variadas independientemente de nuestra cosmovisión que tengamos como persona.
Uno de los componentes más relevantes de la existencia humana es la educación que estamos recibiendo como sociedad. En la contemporaneidad hay que pensarla y creo revisarla, en mi calidad de profesor y hasta hace poco rector de una universidad de posgrado del país, el descontento del papel del educador actual en el mundo en general es notorio.
Hace poco llegó a mis manos el libro “La utilidad de lo inútil” del profesor italiano Nuccio Ordine, donde critica la lógica de lucro que llegó a la docencia, a la investigación y el autor propone también una reflexión sobre cuáles son los verdaderos saberes que nos pueden ayudar a salir de la crisis que hemos construido.
En la obra del profesor italiano, cita a Víctor Hugo y la necesidad de invertir en la educación, dice: “Sería necesario multiplicar las escuelas, las materias, las bibliotecas, los museos, los teatros, las librerías”. Actualmente tenemos y formamos gente muy competente para ser empresarios, gobernantes, lideres de la sociedad; pero, que nunca han escuchado a Paganini o a Bach o han leído a Cervantes o a García Márquez o a Thomas Mann y que de paso leyéndole a Mann se lee las referencias a la Biblia y las ideas de Goethe, Freud, Nietzsche y Schopenhauer.
Es triste cuando se pregunta a los alumnos para qué están en la universidad, responden: que es para tener un diploma. Y sabemos que el diploma no sirve para nada. Esta visión instrumental y utilitaria de la educación ha matado la idea de la escuela y en general de la sociedad. Por que en verdad si vamos a los centros de educación es para ser personas cultas, para ser mejores, para ser éticos y ser empáticos con los seres que nos rodean.
El profesor Ordine manifiesta que su libro es un “grito contra las universidades empresas” que nos ha colocado el sistema y que nosotros los profesores nos incluimos en este desfile desenfrenado de tener utilidad o lucro en la educación e inclusive en la propia educación pública. Nuestra misión no es vender títulos que los estudiantes compran, esto es una corrupción tremenda. La educación y la universidad no puede ser una empresa porque simplemente la lógica de la educación no es el mercado. El principio de la educación es ser mejor para uno mismo, para la sociedad y no para el mercado. En el libro citado se coloca que “Einstein ya decía que la especialización mata la curiosidad y esta es la base del avance de la ciencia y de la tecnología”. Hay que tener una cultura general de base para entender nuestra misión en la vida. No se puede perder el foco en la educación y reemplazarla por una empresa cualquiera que cuenta billetes y clientes.