No es una simple moda actual, puesto que los norteamericanos desde que se constituyeron como Nación, uniendo en uno a todos los Estados, asumen una política de intromisión, que para intervenir va desde el uso de palabras agresivas, hasta el abuso con lenguaje de balas, bombas, cohetes, naves y los temibles “marines”.
Comenzaron anexando a Texas y Puerto Rico y no terminan de construir el rosario de intervenciones militares y brutal mortandad de civiles, como las recientes y atroces novedades en Irak, Afganistán, Siria.
Poblaciones enteras recuerdan bien y con terror sus botas, por ejemplo en Granada (1983 con la operación “Furia Urgente”), Panamá (1989 para defenestrar a Noriega), Vietnam (1955 con 4 millones de asiáticos y 60 mil gringos, muertos), Bahía de Cochinos (1961, con bloqueo incluido) y sus torturas a 500 presos sin juicio en Guantánamo (2000).
Nunca terminarán de consolarse los familiares de los asesinados en el Cono Sur, en Centro América, en el Medio Oriente y África por dictaduras patrocinadas por la CIA, como las de Pinochet, Trujillo, Somoza, Batista y los llamados “gorilas” de Argentina, Uruguay, Brasil, etc.
Ni siquiera el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha podido detener los abusos que Estados Unidos comete contra muchas naciones en nombre de la supuesta defensa de la libertad: por 17 años consecutivos se ha votado en forma abrumadora por la eliminación del bloqueo genocida contra Cuba y ellos se burlan.
El Embajador norteamericano en Ecuador tuvo el privilegio de ser el único diplomático invitado al acto político de la extrema derecha, a nombre de la UNP, para insistir en que aquí no existe libertad de prensa y que 3 periodistas están autoamenazados con una posible matanza.
Cuando el diplomático llegó al acto debió percatarse de que no había ningún otro diplomático; llevó o le dieron su grafiti, con texto de Thomas Jefferson, lo escribió con su propia mano, haciendo alarde promocional a conciencia de que iba a publicitarse como propaganda contra el Gobierno de Correa, puesto que todos los que encabezaban el acto son abiertamente políticos o politiqueros, periodistas o charlatanes y estaban realizando un acto público, que nunca antes habían hecho, solo para tratar de fastidiar al régimen.
Por donde se la mire, esa presencia del Embajador es claramente un acto de intromisión que toleran y hasta con descaro aplauden quienes no tienen otro principio que el de la sumisión ante la potencia imperial y no valoran la soberanía ni la dignidad.
Son los que vivían felices cuando teníamos una Base Militar en Manta y detestan la Revolución Ciudadana por no haber caído en las redes del TLC.