Aplaudo la decisión del gobierno nacional de intervenir en Buenos Aires; me refiero no a la capital Argentina, sino a una zona de la provincia de Imbabura, en la república del Ecuador.
Algo que hace mucho daño a la región en donde se da, es la minería ilegal, esa especie de “fiebre del oro” que convoca a gentes de diferentes regiones y estratos económicos, para dejarse llevar por la ilusión de que van a dar con una veta enorme que los sacará de la pobreza.
Una ilusión que desemboca en peligros tan diversos como la prostitución, la posibilidad de ser atacados por bandidos, el lavado de activos propiciado por el narcotráfico, la precariedad en todo sentido, el abuso con el precio de los artículos de primera necesidad, entre muchos otros que podemos mencionar.
El caso de Buenos Aires es clamoroso, un sector del país en el que la ley la imponen los más fuertes, los armados, los belicosos. Una zona en la que no se permitía el acceso a las autoridades y en la que se ha hablado de muertes, de robos, de violencias permanentes.
Toda la zona circundante, la llamada Ciudad de Plástico, está siendo intervenida por un operativo conjunto de Policía y Fuerzas Armadas, que ojalá traigan el orden permanente a la zona y que no se propicie el que luego de terminada la redada de delincuentes y la salida de quienes estaban explotando la minería de manera ilegal, se produzca el regreso paulatino y se vuelva a caer en un círculo vicioso que siempre producirá efectos lamentables.
Una vez descubierto un yacimiento es prácticamente imposible que pase mucho tiempo sin que se produzcan las invasiones, la acumulación de personas en búsqueda de fortuna.
Ojalá se tenga claro el panorama de lo que como país queremos, con normativas claras, con concesiones provechosas para el país, tanto en el tema de regalías como el sistema impositivo, que además genere empleo decente para muchos ecuatorianos. (O)