Si bien en principio creí que la Ley de Comunicación daría los mismos resultados que hace 25 años se dieron en Venezuela y Colombia, donde leyes similares dispararon la producción de tv nacional exportable y fue el turismo el gran ganador por prestar las condiciones más idóneas para hacer programas atractivos e incluso telenovelas –como en Brasil- no tomé en cuenta el aparecimiento en Ecuador de los realitys de pésima factura que hoy llenan los canales de tv, que les permiten cumplir la cuota de producción nacional pero en nada han beneficiado al turismo ecuatoriano, que continúa minimizado y al que solo se le promociona si paga tarifas demenciales.
Afortunadamente internet ha sido la tabla de salvación que permite a los servidores y destinos turísticos promocionarse escapando de las garras de los medios tradicionales y de los touroperadores, de cuyos veleidosos caprichos se dependía en extremo; pero la web también marca el inicio del actual gobierno, que coincide con dramáticos cambios comunicacionales en el mundo y otros generados casa adentro.
La imagen y aceptación de Rafael Correa ha crecido en Ecuador a la par de la penetración de internet en los hogares y del cambio de los conceptos y métodos comunicacionales. Atrás quedan los días de gloria de los famosos entrevistadores de los medios de comunicación privados, una de cuyas frases equivalían a sentencias a cumplirse inexorablemente y que se creían con el poder para tumbar gobiernos.
La disminución de su autoridad a una mínima expresión es el producto de sus excesos anteriores, cuando los dueños de los principales medios acordaban el camino que el país debía seguir en lo político, económico y social, camino escabroso para el pueblo y beneficioso para los medios. Tanto se abusó de ese poder compartido con la partidocracia, que en cuanto alguien los desenmascaró y enfrentó todo el temor de la población -acumulado por décadas- se transformó en respaldo a quien en vez de depender de los medios masivos creó su propia masa de medios.
En 8 años de Revolución Ciudadana los hiperfamosos periodistas y superpoderosos medios han sido reemplazados por webs y redes sociales donde la comunicación ya no tiene un oligopolio emisor que escoge a cuál de sus amigos darle la palabra ante unos miles de televidentes, lectores u oyentes, sino que hay millones de emisores y millones de receptores que no solo crean su propia información sino que cuestionan la que viene de los medios privados ... y también públicos.
En medio de estos nuevos ríos informativos -donde también abundan toda clase de estafadores- el turismo logra evadir los remolinos comunicacionales en la medida en que tiene acceso a internet, tanto para informar como para que turistas compartan sus experiencias, por lo que el Wifi hoy es tan fundamental en un hotel como la ducha de agua caliente.