En el siglo XVI ya existían cadenas planetarias basadas en el comercio de productos suntuarios. Sin embargo, esas cadenas lentas no agregaban valor en los puntos intermedios. Buena parte de la seda china, por ejemplo, llegaban sin transformación a su destino final. De vuelta transitaba el oro fundido y marcado en un punto. De un lado y del otro, no dependían entre sí de alimentos, medicina o tecnología.
Quinientos años después, prácticamente todas las sociedades del planeta dependen de otras, debido a que durante el recorrido de miles de productos se agrega valor constantemente y se producen las piezas del todo, mercancía que vuelve a recorrer un largo trecho, para ser vendida en algún lugar lejano.
Al igual que en la antigüedad, la mayoría de los productos de la cadena global de valor son suntuarios, aunque culturalmente los consideramos necesarios. Lo que sí es cierto, es que los obreros del mundo dependen cada vez más de esas cadenas productivas de larga distancia.
Tal como lo señala la teoría de la Dependencia desarrollada por CEPAL, las materias primas provienen sobre todo de países débiles, las mismas que sirven para la industria de EE.UU, China y la Unión Europea. Pero esos países no pueden ser autosuficientes, porque carecen de productos primarios y necesitan de compradores, buena parte de los cuales están en nuestros países. Además, en las últimas décadas apostaron por la participación directa en la industria de la construcción, provocando al mismo tiempo el sobre endeudamiento de muchos Estados, deuda inmoral imposible cobrar.
La espiral del crecimiento parece haber alcanzado por ahora su techo, lo que está provocando lo que técnicamente llaman “desaceleración”. La pandemia dio un golpe final al círculo vicioso, al provocar prácticamente la paralización de la economía de las cadenas globales de valor, debido a los confinamientos nacionales. Por otra parte, está cambiando el patrón de consumo puesto que la gente prioriza el alimento sobre lo suntuario.
Sin embargo, las grandes potencias industriales no están dispuestas a aceptar el colapso del modelo de interdependencia global, por lo que seguramente intentarán controlar, por medio de sus corporaciones, el gran negocio de la salud y el de la tecnología, el único producto suntuario, que no siendo oro ni seda, causa efecto de resplandor virtual y produce la ilusión de lo social. (O)