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El Telégrafo
Pablo Dávalos

Inteligencia artificial y los Grundrisse de Marx

31 de marzo de 2018

Elon Musk, el ejecutivo de Space X, entre otras empresas, manifestaba su temor con respecto a la inteligencia artificial y, en un debate con Marc Zuckerberg, el principal de Facebook, consideraba que este tomaba muy a la ligera las consecuencias para la humanidad de las probables consecuencias de la inteligencia artificial. Si Musk se plantea tantos temores con respecto a la inteligencia artificial, ¿por qué trabaja en ella con tanto ahínco? ¿Acaso sus temores no señalan una aprehensión más profunda de que el mundo que está siendo construido desde la globalización puede cambiar radicalmente? 

Es cierto que aún estamos lejos de desarrollar algo parecido a una conciencia no humana, pero estamos bastante cerca de desarrollar algoritmos lo suficientemente complejos y con una enorme capacidad heurística que pueden ser denominados, al menos provisionalmente, como inteligencia artificial.

Si esos algoritmos se integran a los procesos productivos y de innovación de procesos, como ya está ocurriendo, el resultado en crecimiento de productividad plantea una contradicción compleja y profunda para el capitalismo: aquella de la desaparición del valor de las mercancías, y un desafío a la ley de la escasez y a todo el discurso de la economía moderna.

La desaparición del valor se expresa en el decrecimiento del costo marginal hasta llegar casi a cero. Cuando esto sucede, entonces son gratuitos, ejemplos de ello son Wikipedia, las redes sociales que reciben información a coste cero, el programa Linux, etc.

La inteligencia artificial vinculada a la producción implica, tarde o temprano, la desaparición del valor y la emergencia de una economía de bienes y servicios con coste marginal cero.

Esta intuición fue ya desarrollada por Marx en el siglo XIX. En 1858, Marx llenaba de anotaciones varios cuadernos de trabajo que fueron denominados como Grundrisse (Elementos fundamentales), y que se publicarían recién a mediados del siglo XX. En uno de ellos, aparece el denominado ‘Fragmento sobre las máquinas’. La intuición que Marx plantea ahí puede ser plenamente comprendida ahora en el siglo XXI: el conocimiento social aplicado a la producción implica la separación del trabajo de los procesos productivos y, en consecuencia, la desaparición del valor.  Ese conocimiento social es denominado por Marx como “intelecto colectivo”. Ahora bien, la inteligencia artificial es precisamente eso: inteligencia colectiva. ¿El temor de Musk no es quizá la sospecha de que finalmente Marx pudiese tener razón? (O)  

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