La semana pasada se realizó en La Habana el seminario “América Latina y el Caribe hoy: integración y multilateralismo político, en un escenario hemisférico cambiante”.
No solo fue la oportunidad para las discusiones académicas, sino para observar algunos fenómenos de la realidad cubana de cada día.
Hoy, en Cuba, puede encontrarse mayor movimiento comercial, mejor abastecimiento de productos, mejoras en el transporte público, más automóviles, grandes hoteles, casas y edificios más cuidados, rehabilitación de viviendas, centros comerciales, evidente adelanto en la vida social y en el trabajo, dinamia emprendedora, movimiento turístico, y las siempre envidiables seguridad, atención médica gratuita y cubrimiento de la educación.
Estas situaciones (que podrían tenerse como subjetivas), contrastan con lo que observé en alguno de los años del llamado “período especial” (1990-1996), motivado por el derrumbe del campo socialista, cuando literalmente llegó a pasarse hambre y privaciones durísimas, aunque Cuba nunca dejó de atender la inversión en medicina y educación. La situación de hoy también me pareció mejor que la que observé tres años atrás.
Pero, además, los datos económicos y sociales objetivos, avalados por la Cepal y las NN.UU., comprueban que en Cuba mejoraron las condiciones de vida y de trabajo, no hay las desigualdades de los otros países latinoamericanos y se vive una economía socialista que hizo reformas para el desarrollo de emprendimientos privados (siempre monitoreados por el Estado), aunque soporta el escandaloso bloqueo norteamericano, que ha sido inútil para ahogar a la isla, como fue el propósito inicial, porque hoy Cuba está avanzando, pese a todas las dificultades internas, que derivan del injusto bloqueo.
El seminario, a su vez, discutió sobre los procesos de integración latinoamericanos, que bien pueden remontarse a la época independentista, cuando Simón Bolívar advirtió la necesidad de la unión y constituyó la República de Colombia (1819).
Hoy destacan ALBA, Unasur, Mercosur y Celac, como los proyectos más vinculados a ese antiguo espíritu regional. Pero también quedó en claro que ALBA es todavía un esfuerzo predominantemente político, que deberá concretarse en logros económicos; así como se advirtió que el proyecto de la “Alianza del Pacífico” (Chile, Colombia, Perú y México), debe ser tomado “con pinzas” por los latinoamericanos, pues privilegia el mercado libre, en el viejo espíritu “neoliberal”.