La administración institucionalizada del agua como un bien público ha sido motivo de preocupación por los diferentes gobiernos de turno, dando como consecuencia la creación de diversos organismos estatales con esta finalidad.
Si consideramos el año 1944 como la iniciación de la modernización del aprovechamiento de los recursos hídricos (RH) por parte del Estado, mediante el establecimiento de la Caja de Riego, por iniciativa del gobierno de la “La Gloriosa”, a la presente (2012), tenemos un lapso de tiempo de por lo menos medio siglo cuyo análisis nos puede dar una experiencia objetiva para la orientación de la administración de los RH que hasta el momento han sido ineficientes.
Si consideramos como indicador de la administración del uso del agua el riego, tenemos que en el Ecuador se estima que de la superficie disponible con estas características se ha puesto en servicio solamente el 30%, de la cual le corresponde al Estado el 28%, en tanto que el 82% restante corresponde al riego particular en el cual está comprendido el de las comunidades campesinas andinas servidas por las acequias construidas por ellas.
Las inversiones financieras realizadas por el Estado ecuatoriano, hasta el año 90, no fueron inferiores a los 2.000 millones de dólares para construir infraestructura hidráulica de riego y drenaje de 150.000 ha, de las cuales unas 80.000 ha se localizan en la región Costa.
Estas inversiones fueron realizadas a través de varias instituciones públicas, como Inerhi (suprimido el año 1994), Cedegé, CRM, Predesur, CREA, Consejos Provinciales de El Oro, Chimborazo, Pichincha, entre los principales.
Las evaluaciones realizadas sobre estas obras por diferentes entidades técnicas dan como resultado que estas inversiones no han sido recuperadas, la eficiencia de riego es menor al 30%, está destruido el 30% de las obras y en proceso de deterioro el 70% restante por falta de mantenimiento.
Las metodologías aplicadas para el eficiente uso de los sistemas de riego expresadas por los responsables de turno de las instituciones de riego son técnicamente correctas, pero el riego no depende únicamente de la solución tecnológica, sino que también tienen implicaciones culturales y sociales que se deben resolver con la capacitación y organización de los usuarios, de los cuales dependen finalmente los resultados del aprovechamiento de los RH y la conservación de los sistemas de riego.