El génesis: emprendimiento con rasgos de innovación. La luz a lo largo del túnel está en la relación win-win: por un lado, prosperidad empresarial sostenible (lo cual implica, en resumen, flujos de efectivo positivos, crecientes y continuos); por otro lado, consecuentemente, aumento de riqueza nacional (lo cual implica, sector privado turn-on para producir y contribuir, para emplear, y para tributar). Tales líneas recapitulan mis dos recientes aportes sobre los términos “emprendimiento” e “innovación”.
Muy conveniente partir de lo anterior para retomar las interrogantes que tiempo atrás fueron planteadas, intentando responderlas al enlazarlas con la lectura que en su momento realizó aquella persona con alta afinidad en el terreno de los negocios: don Peter Drucker. Este autor dedicó espacio y tiempo para darnos pistas sobre el matrimonio emprendimiento e –con mayor énfasis– innovación presente en las mentes de quienes estaban detrás de los negocios exitosos. Precisando, en su artículo ‘La disciplina de la innovación’, él afirma que la innovación no es tan propia de crear algo nuevo, como un fin, sino más bien de tener “know how”, como un medio, para crear algo nuevo; este “know how” se refiere, sin duda, a asumir una actitud detenida, meditada e inteligente frente a diversas problemáticas (endógenas o exógenas) que se suscitan en la dinámica empresarial, en aras de que las mismas sean vistas como oportunidades, y, al ser adecuadamente tratadas, añadiéndole el esfuerzo del espíritu emprendedor, se conviertan en la base para generar cambios que, en términos coloquiales, “dejen buena plata” (HBR, 2002). Atención: ¿el éxito está asegurado, como regla? No, requiere innovar permanentemente y apuntar al largo plazo.
No obstante, no hay una receta general para “digerir y jugar” con problemáticas, y, la tarea no solo es de los CEOs. ¿Cómo asimilar todo esto, entonces? (O)