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El Telégrafo
María Fernanda Orellana

Influencia pop en la imagen de la mujer

27 de julio de 2019

Entre la década de los 60 y 70, en Inglaterra y Norteamérica, la cultura pop influye en la imagen de la mujer. En la posguerra y segunda mitad del siglo XX se genera una dicotomía, se mantiene el modelo de mujer tradicional y la imagen de mujer emancipada y moderna a través de distintas expresiones artísticas. Se determina el nuevo concepto de mujer libre contra las ideologías rígidas de la religión y el sistema que la invisibilizan.

Este artículo se centra en el Arte pop, banal, kitsch e irónico, ligado a lo femenino y al consumo. Rosenquist y Warhol, artistas y semiólogos del pop, muestran la vulnerabilidad de la “política del bienestar de apariencia y cálculo perfectos”. Osterwold dice sobre la obra de Marilyn Monroe: “…La serie Marilyns, realizada por Andy Warhol en 1962…, su imagen es intercambiable por una sucesión de rostro, cabello reluciente, labios luminosos, sensuales, simulan belleza, suerte y bienestar… impresión que se puede comprar y vender…”. Ello se parece a lo que la tecnología permite hoy modificar con filtros, ilusiona, pero esconde lo imperfecto del mundo.

En general, el pop art se impuso para provocar irritación ante las visiones corrientes de los productos. El ser mujer remite al tradicionalismo de los medios de comunicación de masas respecto a los roles de hombres y mujeres. Hamilton, en su cuadro “$he” (Ella), expresa los estereotipos de la mujer naturalizados, moda, belleza perfecta, pubis rasurado, y deseos femeninos tipificados singularmente respecto a los de los hombres. Junto a esta corriente artística-cultural, el feminismo de la tercera ola se empodera, pues luego del genocidio de la guerra, el mundo despierta para estar más light.

Se aprobaron leyes a favor del aborto, se criticaron las ideas conservadoras sobre el cuerpo de la mujer como objeto del patriarcado, el derecho al voto, incluso. En este sentido, lo pop se incrusta en el nihilismo como corriente filosófica-artística y libera las ideas sobre el sentido de la vida, que no aniquila las absolutas como Dios, verdad, etc., sino las acepta y se jacta de la independencia de toda forma de opresión. Finalmente, la cultura pop exteriorizó las dicotomías que se dan en la realidad y afincó el consumismo con la influencia de los medios de comunicación.

El ser mujer es naturalizado en una sociedad que despierta casi de un ahogo, del siglo XX, para adoptar un rostro hacia afuera, pero no necesariamente emancipado. (O)

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