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El Telégrafo
Pablo Ruiz

Imagina

14 de septiembre de 2023

Imagina que te levantas, le das un beso a tu hijo en su frente, agradeciendo que lo tienes un día más. Dejas a tu hijo en la escuela posteriormente, suponiendo que en la tarde lo verás en casa. Suponiendo que si no puedes verlo, tendrás la noche para poder disfrutar de él. Sin embargo, tu hijo llegó a casa. Decidió salir a hacer los deberes. De repente, empiezan estruendos a sonar a su alrededor. Son balas. Muere. Pasó. Tenía apenas 5 años y murió el domingo 10 de septiembre.

Imagina que tu hija, hermana, que se graduó de enfermera decide ir a trabajar a Quito buscando mejores días para ella y su hijo. Ella con la ilusión de cualquier persona de disfrutar una noche, sale de fiesta. Ella en la confianza de que todo estará bien nunca más regresa. Aparece en partes, descuartizada, enterrada en un parque. Fue violada y asesinada. La lojana se llamaba Letty Cando.

Mientras tu lees esto, mientras la campaña sigue y se habla de cosas banales como la fealdad que causa el marxismo o si estamos peor o mejor que Venezuela, no nos damos cuenta de la fealdad de nuestra sociedad, que parece en parte normalizar la muerte todos los días. Que parece ver en las noticias un asesinato como un anuncio comercial de lunes, un producto en venta, una nota del partido de fútbol del fin de semana. No nos damos cuenta de la conversación superflua alrededor del TikTok, los likes y quién es más un “político influencer” sin dar cabida a verdaderas problemáticas como la violencia en las calles y la violencia en contra de las mujeres, que deben ser combatidas.

No nos damos cuenta de que el debate es infecundo al compararnos con Somalia o Venezuela, ¿para qué compararnos a lo externo si ni si quiera podemos compararnos con lo que antes fuimos como país y como sociedad? ¿para qué compararnos con lo externo si no podemos compararnos con la paz que nosotros mismos teníamos hace pocos años? La paz de caminar, de ver al otro sin miedo, de disentir, de que la sombra en una calle no signifique la muerte.

Ojalá todos y cada uno de nosotros podamos ver las cuestiones realmente importantes. Ojalá cada muerte no pase para nosotros como un número más, una estadística más, como los más de 160 muertos desde enero sólo en Durán. No son números, tuvieron nombre. Ojalá no pase como la muerte de Nelly Cartuche en Loja en el sector de Capulí. Ojalá la empatía nos lleve a buscar buenos destinos para el país y corresponsabilidad también desde nosotros para no seguir tejiendo un país de cromo y papel.

 

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