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El Telégrafo
Diego Salgado Ribadeneira

IESS

14 de julio de 2020

Oscuridad e incertidumbre se vive en épocas del covid-19 y los ecuatorianos aún no salen del correísmo.

Con usar el término “correísmo” no pretendo marcar una corriente de filosofía política, solo es una forma de señalar al grupo que tomó el poder político y económico en Ecuador desde el 2007, liderados por Rafael Correa.

De los males que este grupo causó a la sociedad ecuatoriana, el debilitar económicamente al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, IESS, es de los más graves. ¿Cómo? Usando los recursos de los afiliados para ganar popularidad frente a los electores, ampliando los beneficios a hijos y esposas de los aportantes, servicios de calidad y a tiempo que para los titulares nunca hubo, peor aún, para más gente que requiere atención médica y auxilio económico.

El IESS sirvió de fuente de empleo para los militantes del partido político gobernante, sus recursos los usaron como “chauchera” de los gobiernos de turno y de botín para enriquecer a los administradores del Instituto; no olvidemos que desde ahí, con los recursos de los afiliados se formó un partido político y se conoció del sobreprecio de mascarillas en épocas de covid-19 que resultó en la renuncia del representante del Gobierno ante el Directorio del IESS.

Los correístas en la Asamblea Nacional 2013-2017, eran mayoría absoluta; aprobaron el NO pago del 40% de los aportes del Estado a los jubilados; con su voto, quitaron $ 9.000 millones a la seguridad social ecuatoriana, sin prever otros ingresos; peor aún, mejorar la calidad de la administración del Instituto. La falta de ese dinero, sumados a la deuda que el Estado ecuatoriano mantiene con el IESS, la mala administración de los recursos y la corrupción, quebraron el IESS.

Se requieren reformas en la Ley de la Seguridad Social. Está planteada una consulta popular que incluiría la pregunta sobre si los ciudadanos autorizan o no que se sigan mal usando los recursos de los afiliados; es la oportunidad para se pronuncien y frenen el despilfarro del futuro de los ecuatorianos. (O)

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