A lo largo del tiempo los fenómenos de violencia e insurrección, por motivos diferentes, han tenido períodos de mayor efervescencia y sus consecuencias no siempre fueron predecibles. La llamada Primavera Árabe hizo presagiar que la democratización de aquellos países iba a ser la tónica y, finalmente, ello no aconteció. Por otro lado, la caída del muro de Berlín fue el catalizador de lo que muchos creían: la desaparición del socialismo, como una doctrina política fallida.
La verdad es que la democratización de los países que vivían bajo la órbita soviética, fue, en efecto, un resultado de la caída del muro de Berlín y de la desaparición de la Unión Soviética. La adopción de economías de mercado y la liberalización política de los nuevos países, tras la fragmentación de la Unión Soviética y de los otros países que vivían bajo la égida soviética, dio lugar a mejoras sustanciales en la economía, la calidad de vida y la libertad de esas naciones. Analizando la variedad de indicadores de bienestar, todas estas naciones: Polonia, República Checa, Bulgaria, Hungría, Serbia, Ucrania, Uzbekistán, Letonia, Lituania, Estonia, Moldavia, por citar algunas, están mucho mejor que antes de 1991.
Quienes estaban convencidos que el comunismo o el socialismo radical, -para distinguirlo del socialismo democrático-, estaban acabados tras la caída del muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética, se equivocaron. Mientras existan grandes desigualdades económicas y sociales en los pueblos del mundo habrá terreno fértil para la reaparición de estos grupos políticos de extrema izquierda. El capitalismo feroz, explotador, aquel que repudia toda intervención del Estado en los servicios y en la regulación de la economía es un elemento promotor de la reaparición de la izquierda radical. Por otro lado, el Socialismo del Siglo XXI se erigió como una gran fuerza política en Latinoamérica, pero solo mostró ser populista, demagógica, paternalista, inepta y profundamente corrupta. Además se encargó de fomentar el odio y la división entre los ciudadanos, creando enemigos supuestos, para alentar la lucha de clases.
El fortalecimiento de los partidos políticos, con una transformación fundamental del mal llamado Código de la Democracia, es un elemento indispensable para desarrollar mejor a la democracia. (O)