El cuento de la criada, 1985, es una narración de ciencia ficción fatalista pero probable y una de las obras más importantes de la escritora Margaret Atwood. En ella destaca la crítica social y el tratamiento de la mujer. Es una exitosa serie norteamericana donde narra la existencia de una sociedad que ha desconocido todos los derechos de las mujeres y las ha convertido en esclavas o criadas al servicio de poderosos hombres. Es un drama existencialista que pone en evidencia la fragilidad de las mujeres.
Estoy dolido, sorprendido, anonadado por lo ocurrido en Ibarra, la ciudad blanca del Ecuador. Muchas preguntas saltan por el asombro: la indolencia de la policía presente; la violencia machista del criminal; la mala actuación policial; las aún vigentes leyes correistas que alientan la pasividad de las fuerzas del orden. El secuestro duró una hora y media, todo este tiempo el asesino mantuvo amenazando a la víctima y ningún policía pudo intervenir. Una mezcla de impotencia y circo, pues todos grababan con el celular el terrible drama.
La indolencia va de la mano de la tragedia. Estaban haciendo una transmisión en vivo por facebook y la negligencia pudo más que todas las cosas. Pese a la suma de fatales absurdos doy mi respaldo a la policía, noble institución debilitada por policías débiles que no actuaron cuando debían hacerlo. Doy mi respaldo también al presidente Moreno porque es un hombre sensible que sabe bien que está frente a un problema de autoridad que está exigiendo un mayor liderazgo y firmeza.
Esta mujer asesinada ante nuestros propios ojos es una vergüenza que demuestra que estamos viviendo enteramente el horror de una situación muy violenta. Pero no podemos responder con más violencia: las muestras de violencia contra los venezolanos es infame y nos rebaja a una condición de salvajes.
En “El cuento de la criada”, la violencia contra las mujeres es dolorosa; es ficción pero en la realidad el miedo de nosotros los hombres contra las mujeres nos está llevando a la destrucción de nuestra sociedad y estilo de vida. TODOS SOMOS MARTHA. TODOS SOMOS DIANA. (O)