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El Telégrafo
Gustavo Pérez Ramírez

Honor y patria

14 de junio de 2016

Guía para toda la vida, que antaño recibíamos de nuestros padres como herencia cultural, respaldada por el ejemplo de una vida trasparente, honrada, de entrañable amor al terruño que los vio nacer, orgullosos de su soberanía y prestos a defenderla, como en tiempos de las  incursiones peruanas de 1932-33 en Leticia. Infortunadamente, hoy el lema está en desuso, a menudo suplantado por la codicia del mercado y las transnacionales como ejes de vida. Por un puñado de dólares, políticos y periodistas se venden a la CIA, como lo acaba de documentar Telesur: http://www.telesurtv.net/news/teleSUR-revela-video-sobre-injerencia-historica-de-la-CIA-en-Ecuador-20160606-0045.html; asimismo, los ‘Panama Papers’ delatan a evasores de impuestos traicioneros de la patria.

Resulta oportuno que en estos días haya salido de la imprenta el libro Honor y Patria, memorias del coronel Luis A. Rodríguez Sandoval, quien siendo teniente fue miembro destacado de la Liga Militar que dio inicio a la Revolución Juliana, cuando heroicos jóvenes patriotas juraron cooperar con todas sus energías hasta el sacrificio, “como hombres de dignidad y honor ante el altar de la patria”.

Es una voluminosa obra de 432 páginas, un paso más para sacar del olvido el ejemplo de vida estos jóvenes. El coronel Rodríguez ingresó al Ejército como subteniente en 1917 y se jubiló en 1945, lo que le permitió ser testigo directo y privilegiado de uno de los más agitados y terribles períodos de la historia ecuatoriana, incluso como comandante de la V Zona Militar, encargado de la defensa del territorio ecuatoriano de la agresión peruana de 1941, que lideró con su ejemplo de acendrado patriotismo y generosidad. Después desempeñó importantes cargos civiles hasta su muerte.

El libro es auspiciado por la Academia Nacional de Historia de Ecuador, en asocio con la Universidad de California, Irvine, donde es profesor Jaime E. Rodríguez, hijo de Luis. Él y su esposa Linda Alexander obtuvieron una beca de investigación que les permitió venir a Ecuador por 9 meses, de 1971 hasta  febrero 14 de 1972, cuando los archivos fueron ocupados por tropas ante el golpe de Estado que se inauguraba. Tuvieron oportunidad de volver varias veces en los veranos desde 1973 hasta un año antes de la muerte de su padre en 1977, a quien habían comprometido a escribir sus memorias, que hizo por entregas y con mucho detalle, que permite a los historiadores interpretar con matices los acontecimientos del pasado, como escribe su nuera en la introducción del libro.

Al final, el autor deja una motivadora síntesis de su actuar: “¡Esta ha sido mi vida! Vida de angustias, de sufrimientos, de grandes hechos, de sacrificios, de abnegación y, por qué no decirlo, de alegrías y de inmensas satisfacciones. Entré muy pobre a la Escuela Militar… Y salí así de las Fuerzas Armadas: pobre, listo a trabajar y a luchar por la subsistencia de los míos. Durante mi larga carrera militar dediqué mis esfuerzos, mis anhelos a cumplir con mi juramento juvenil, servir a la patria: ¡Sacrificarme por ella y cumplir por sobre todas las cosas”.

Honor y patria, un ideal para vidas de servicio con honorabilidad. (O)

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