Bajo un Estado de Sitio que suprime las garantías constitucionales y en medio de violentas represiones policiales, Honduras continuaba este sábado cargando dudosos datos de la elección presidencial del domingo pasado, casi una semana después de la votación. Las protestas contra el Tribunal Supremo Electoral comenzaron el jueves, cuando por primera vez la tendencia anunciada a comienzos del lunes cambió: Juan Orlando Hernández (JOH) comenzaba a superar, misteriosamente, a Salvador Nasralla, quien se anunciaba como nuevo presidente electo de Honduras, y ya había recibido el saludo del tercer candidato en cuestión, el liberal Luis Zelaya, además de presidentes latinoamericanos, entre ellos Evo Morales Ayma.
La posibilidad de fraude había sido anunciada una y otra vez por observadores y analistas que siguieron los comicios, dentro y fuera de aquel país. Incluso la agencia francesa AFP, a quien nadie podría tildar de partidaria de Nasralla, había destacado esta posibilidad el sábado previo a la elección, en un informe audiovisual donde se presentaba el testimonio de diversos hondureños de a pie. Por este escenario el expresidente Manuel Zelaya Rosales, quien fuera depuesto por un golpe de Estado en 2009, pidió el viernes que se cuenten todas las actas en presencia de todos los sectores políticos, seguro del triunfo de Alianza, el amplio espacio político que se unificó contra la reelección de JOH.
Pero todo se agravó: Hernández no solo hizo caso omiso a este pedido, sino que decretó el Estado de Sitio. Las imágenes que circulan en videos amateurs son elocuentes: gases lacrimógenas cayendo cerca de periodistas, torturas a detenidos en protestas, tanques por doquier en las calles. La impunidad de quien decide quedarse a como dé lugar. Y, sobre todo, silencio internacional: los grandes medios continentales, aquellos que cubrían minuto a minuto -aunque de modo parcializado, claro- lo que sucedía en Venezuela hace apenas meses, ahora hacen mutis por el foro ante el cuadro que se despliega en Tegucigalpa, San Pedro Sula y otras ciudades. “El presidente de la República y el presidente del Tribunal Supremo Electoral son los principales culpables” declaró Nasralla sobre lo sucedido. Párrafo aparte merece la dubitativa actuación de las instancias regionales latinoamericanas y sudamericanas, amesetadas por el cambio de color político en algunos países del Cono Sur. No han actuado y no parecen dispuestas a hacerlo. La doble vara de algunos es evidente: el autodenominado “Grupo de Lima”, que una y otra vez expresó preocupación por la situación en Venezuela meses atrás, no puede emitir palabra porque precisamente Honduras, el Estado de JOH, es uno de sus integrantes.
El horror después del fraude ha llegado a Honduras, lamentablemente, en forma de Estado de Sitio. Y será por diez días más, de acuerdo con la disposición. JOH y la derecha regional parecen dispuestos a todo para no perder un país estratégico de Centroamérica. (O) et