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El Telégrafo

Homofóbicos de clóset

30 de mayo de 2012

Se expresan de muchos modos en estos tiempos. Lo hacen en broma y en serio. Más en broma porque allí se encuentran a sí mismos. O sea en su enfermedad.

Exaltan sus virtudes espirituales, religiosas y “masculinas” cuando quieren denigrar a los “maricas”, “mecos” y/o “degenerados”. (También hay homofóbicas, no es un asunto exclusivo de los machos) Algunos de ellos se encargaron de difundir (y todavía lo hacen) rumores y chistes sobre el supuesto “Círculo Rosa” del Gobierno.

Es su forma viril de hacer “política”. Son los mismos que en los programas de farándula se muestran muy machitos, galanes, seductores y hasta inteligentes. Usan trajes elegantes y se declaran bien casados, porque para estar bien casado hay que tener amantes (de cualquier género).

También hay de los otros (algunos encumbrados en cargos directivos y en corporaciones económicas muy “sólidas”, “erectas” y “testiculares”) que sin ser tan evidentes con sus acciones y decisiones han sostenido esa cultura homofóbica aun cuando se dicen tolerantes, open mind, etc. Van a los saunas a recubrir sus pieles de brillo y a cuidar sus traseros con masajes de una mano femenina (una masculina les pondría a dudar de su virginidad posterior).

Allí están quienes aprueban editoriales y comentarios atentatorios con los derechos, como si su publicación fuese “normal” en una sociedad y en una coyuntura donde lo que más reprochan es la supuesta ausencia de libertad de expresión. 

Son esos que cuando un diario capitalino tituló un domingo “Orgullo gay sale a las calles” el editor que lo hizo fue llevado al Consejo de Redacción, como si fuese a un tribunal de la Inquisición, por el pinche pecado de haber registrado un dato de la realidad.

Son los mismos que se han encargado de “intolerar” la existencia de otros medios, géneros, expresiones, creencias, ideales y/o ilusiones personales y políticas.

A esos homofóbicos de clóset no les cabe en  ninguna parte de su cuerpo que unos “pocos” cientos de lectores envíen cartas pidiendo sanción ejemplar a quien calificó de repugnante que dos personas del mismo sexo se tomen la mano. Ellos son los que con quitar el artículo de la web creían haberse librado de culpa.

Y también son esos que violan o son violados y andan por el mundo rezando por la salvación de la humanidad. A todos ellos el cambio de época que vive el Ecuador y el mundo les tomó por sorpresa, creyeron que solo ocurriría en el campo de las finanzas y solo afectaría a su bolsillo, pero resulta que les tocó las fibras más íntimas de su conciencia, de su alma y de su razón de vida.

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