Publicidad

Ecuador, 08 de Octubre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Gustavo Pérez Ramírez

Histórico fin de un largo conflicto armado

30 de agosto de 2016

Gracias a Telesur,  asistí en vivo a los solemnes actos que se llevaron a cabo en La Habana para la  firma de los acuerdos de paz entre el Gobierno colombiano y las FARC-EP. Tratado de paz bilateral que queda como referente histórico  a nivel regional y mundial por razones de peso.  

El  diálogo fue la estrategia adoptada para acabar con el conflicto armado, así pareciera en un principio imposible, compleja, requiriera de mucha paciencia, tenacidad, perseverancia durante casi 4 años. La guerrilla dejará las armas; emprenderá el camino de  la no violencia hacia un cambio cultural radical, en unión con el pueblo para su empoderamiento  contra la violencia institucionalizada, y la construcción de la democracia participativa.

Coincide en un contexto sociopolítico de violaciones de los derechos humanos de altísima intensidad a través del país, y en particular en la Guajira colombiana, donde mueren de hambre y sed  indígenas wayú, a quienes se  les ha desviado su río Ranchería, para poner las aguas al servicio de la transnacional que opera en las cercanías de El Cerrejón, la mina de carbón de cielo abierto más grande del mundo. También en el departamento de El Chocó, y en general en la Costa del Pacífico, es aberrante el abandono de los ciudadanos, la mayoría afrodescendientes, en condiciones de miseria, que se han unido en protestas desde 1954;  la octava y  última terminó en estos días, pero se convertirá en nacional, si no se cumplen los acuerdos del tratado de paz.

Este solo ha abierto una puerta para iniciar el proceso de Paz- Con-Justicia- Social. Cuatro palabras inseparables, si se habla en serio.

De ahí que Colombia no haya amanecido en paz, sino en camino para lograrlo. Sendero plagado de riesgos, ante todo, porque la paz es indivisible, multilateral. No se han silenciado todas las armas; quedan las guerrillas del ELN, EPL, el paramilitarismo, las armas sofisticadas del narcotráfico y de la corrupción.

Habrá que cruzar, por fin, la intraspasable línea roja que el presidente Santos impuso como condición desde el principio de las conversaciones: los acuerdos a que se llegue no tocarán el sistema económico social vigente. Condición que reiteró en su discurso, al presentar el acuerdo “que nos permite la paz”, vanagloriándose “de entregar esta oportunidad con la tranquilidad de haber llegado a ella con responsabilidad y sin traspasar las condiciones -las líneas rojas- que establecí desde un principio.”

Imposible cumplir los acuerdos sin tocar el sistema neoliberal de producción y reparto de la riqueza, y sin afectar, dentro de los postulados de los derechos humanos, la propiedad privada, otro de los límites impuestos por el presidente Santos, reiterados en su discurso: “Eso sí: sin afectar de ninguna manera la propiedad privada ni los derechos de los propietarios y poseedores de buena fe”. Gran reto en un país de concentración de tierras en manos de transnacionales y grandes terratenientes, y con millones de campesinos sin tierra y desplazados.

Comienza una nueva Colombia; que no se frustre lo logrado hasta ahora. (O)

Contenido externo patrocinado