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El Telégrafo
Silvia Buendía

Historias de rebelión y castigo

23 de enero de 2022

En 15 de mayo de 2019 me reuní en la Universidad Andina Simón Bolívar de Quito con la historiadora Ana María Goetschel para conversar sobre el libro que ella estaba escribiendo: Historias de rebelión y castigo, una investigación desde la perspectiva histórica sobre el aborto en Ecuador.  

 

Era un momento de gran actividad de las colectivas feministas en Ecuador. Desde agosto de 2018 sentíamos la imparable marea verde que nos llegaba desde Argentina hacia toda la región. El mundo nunca se imaginó la capacidad de movilización y convocatoria de tantísimas mujeres de todas las edades que, uniformadas con un pañuelo verde como un símbolo identitario de mensaje silencioso y sin embargo atronador, nos tomamos por asalto la opinión pública. A punta de gritos, pancartas, tambores y consignas, marchando y rumbeando, despenalizamos el aborto socialmente en las calles y plazas de las principales ciudades de Latino América. Con alegría y sin culpas.

 

Ese mayo estábamos acariciando una victoria muy esperada, en pocos meses la Asamblea Nacional podría ampliar las causales de aborto no punible del artículo 150 del Código Orgánico Integral Penal. Era muy poco lo que se pedía, un mínimo, el que a una mujer que hubiera sido violada no se la criminalice por abortar. Recuerdo que yo, rabiosamente optimista, le dije a Ana María que estaba segura que conseguiríamos los setenta votos para esa reforma en la Asamblea Nacional, pero que no importaba si no los conseguíamos. Si la despenalización del aborto por violación no pasaba, le pediríamos al Presidente Lenín Moreno que vetara parcialmente la reforma del COIP para extender el aborto no punible a todas las mujeres violadas, tengan o no discapacidad. Y que, si el Presidente no vetaba en ese sentido las reformas del COIP, entonces iríamos a la Corte Constitucional y pediríamos que se declarara la inconstitucionalidad de fondo de la norma que criminaliza a las mujeres violadas que abortan. No había pierde, el triunfo era seguro, y solo era cuestión de tiempo.

 

Hoy, a casi tres años de esa conversación con Ana María Goetschel en la Andina, y a pesar de que las cosas se dieron en forma muy diferente a cómo yo lo vaticinaba; hemos llegado al lugar deseado. El 28 de abril del año 2021 la Corte Constitucional declaró la inconstitucionalidad de la criminalización del aborto en caso de violación. Hoy la Asamblea Nacional está debatiendo la ley que garantizará el acceso al aborto legal a las mujeres, adolescentes, niñas y personas en capacidad de gestar que hayan sido violadas, embarazadas y quieran optar por un aborto.

 

Aun si la Asamblea Nacional incumpliera su obligación de aprobar una ley justa y reparadora para las víctimas de violación, aun cuando el actual Presidente decidiera vetar esta ley, como ya lo ha anunciado, porque considere que va más allá de los estipulado en la sentencia de Corte Constitucional; ninguna mujer podrá ser sancionada por abortar, ningún médico podrá ser procesado por practicar un aborto en estas circunstancias. El tipo penal que salió del Código Orgánico Integral Penal no puede ser restaurado. Ni por la Asamblea Nacional, ni por el Presidente de la República.

 

Si de la Asamblea sale una normativa con requisitos que promuevan una maternidad forzada y obstaculicen el acceso al aborto por violación, esto definirá qué tan difícil y qué tan caro será obtener este procedimiento. Y en consecuencia, qué tanto afectará a las mujeres más vulnerables de nuestro país. A las más empobrecidas, a las que habitan territorios rurales, a las mismas de siempre.

 

Hoy, también después de casi tres años de compartir experiencias e ideas con Ana María, su libro al fin está terminado. Un relato que narra más de cien años de resistencia de mujeres en un país cuyas leyes no las consideraban ciudadanas sujetas de derechos.

 

Los ciclos se van cerrando y avanzamos inexorablemente en la conquista de más derechos para las mujeres. Y mientras tanto, hacemos pausas para escribir y contarnos nuestra historia, para aprender de nuestras derrotas, para fortalecernos juntas y volver a trazar nuevas metas. Hoy volvemos a movilizarnos, porque la marea verde sigue imparable.

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