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El Telégrafo
Tatiana Hidrovo Quiñónez

Historia del dinero

05 de mayo de 2016

El dinero es un código como cualquier otro de los tantos que han sido inventados por las diversas sociedades humanas a lo largo de su historia. Otros códigos como el del lenguaje y la escritura sirven para guardar memorias, crear relatos y establecer relaciones de intersubjetividad. En cambio, el código del dinero, destinado inicialmente a resolver el problema del intercambio, se convirtió finalmente en una esfera irreal donde se despliega el mayor manicomio inhumano del que se tenga recuerdo hasta ahora. ¿Cómo fue que el dinero se convirtió en el código nuboso de la locura no humana? Cuenta la historia que en los inicios hubo en mundos distintos dos tipos de códigos moneda para realizar el intercambio a mediana y larga distancia. En el Abya Yala, ahora llamada América Latina, el código correspondía a bienes escasos y exóticos, tales como las hachas de cobre, piedras y conchas. Su particularidad residía en que portaba valores múltiples que servían tanto para el intercambio como para dar prestigio e interlocutar con las fuerzas misteriosas de la naturaleza. Otro código moneda apareció en el mar Mediterráneo con el propósito de resolver el problema de la circulación de los granos y las equivalencias con respecto al aceite de oliva, el vino, la sal y el ganado. Hace cuatro mil años la gente inventó la idea de que un fragmento de metal de determinado peso equivalía a una cantidad de un producto, y después los grupos dominantes comenzaron a marcarlas con símbolos y con número de múltiplos y fracciones. Al igual que ocurría en el Abya Yala, el valor moneda residía en un bien escaso y exótico, como el oro, la plata o el cobre; pero en el caso de Occidente, el fragmento de metal-moneda no servía para interlocutar con los dioses.  Mucho tiempo después, cuando las fuerzas del capitalismo empezaron a desarrollarse, la moneda dejó de ser un código solo para el intercambio y la gente buscó acumularlo y reproducir su valor. La referencia para acuñar monedas era  la producción, cuyo crecimiento se incentivaba, por lo que cada vez se necesitaban más metales para hacer más y más monedas, de tal manera que en su momento,  la cantidad no correspondía a la avidez de los burgueses y a la demanda de reservas de los Estados absolutistas. Fue entonces cuando la moneda empezó a desprenderse más de su relación directa con el metal y el dinero se multiplicó convertido en un código matemático impreso en un papel, que debía corresponder a las reservas, principalmente de oro. Pero ocurrió que en 1971 Estados Unidos decidió que imprimiría billetes, aunque no tuvieran el equivalente en oro,  y muchos países respaldaron sus emisiones con reservas de aquel papel impreso con tinta verde. O sea que unos papeles eran respaldados por otros papeles. Un poco después, ya los papeles moneda representan un problema, porque la riqueza antigua estaba siendo reemplazada por riquezas y capitales virtuales codificados en computadora, cuyas cifras son tan grandes que tienen ceros casi hasta el infinito. Parece que ese dinero virtual sobrepasa la capacidad de comprar todas las cosas del mundo, es más bien un animal con inmenso poder y su designio es su autorreproducción y expansión.  Así, el dinero que fue creado como código para el intercambio acabó siendo una escritura informática. Dicen que una familia muy rica tiene unos 300′’’000,000′’000,000′000 dólares escritos en computadoras de bancos (300 trillones de dólares), cifra que probablemente no corresponde a una cantidad de oro ni a billetes. Tal cifra tampoco se come, porque el papel comido hace daño y no alimenta. Ante tal situación, es posible imaginar a alguien subiendo por la tapia para mirar a aquel rico que está en el manicomio no humano. Al mirarlo le diría al dueño de tal fortuna que escribiese una poesía de cuatro versos libres o métricos, y entonces el trillonario, imposibilitado de volver a sentir, haría esto:

300000,
00000000
0000
0000000000 … (O)

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