Tema para un profundo estudio psico-sociológico, y además político, es el comportamiento desvergonzado y escandaloso de los miembros de la oposición desde los días previos a la consulta popular hasta la actualidad.
Sin el menor respeto para la comunidad ecuatoriana, los sectores del neoliberalismo criollo, que siempre han creído ser los dueños del país, pasaron de patraña en patraña tratando de convencer a la ciudadanía de que sus mentiras son verdades irrefutables. Pero tanto los argumentos engañosos como los alegres cálculos que continúan haciendo, fueron rechazados por un pueblo que, con sensatez, supo distinguir la verdad de la mentira.
Tan descabellados han venido siendo los argumentos esgrimidos por esos falsos dirigentes políticos, que la simple lógica rechaza de inmediato “linduras” como las expuestas recientemente por uno de los más representativos exponentes de la oposición nacional, quien aseguró sin ningún recato que los habitantes de las provincias orientales se van a acoger al derecho a la resistencia, porque allí ganó el No, pues se debe sumar estos votos a los blancos y a los nulos. ¡Tamaña desfachatez la suya! ¿De dónde sacaría tan extraña teoría?
Por lo visto el grupo de la derecha ecuatoriana no está en capacidad de aceptar la derrota que se veía venir junto con los resultados de la consulta popular. ¿Inmadurez política o mezquindad social? Posiblemente las dos cosas. El triunfo del Sí, innegable en todas las 10 preguntas, fue demasiado duro para ellos. El manifiesto apoyo del pueblo al presidente Correa significó un rudo golpe para quienes ya se veían retomando las bridas del poder que tiempo atrás tuvieron en sus manos y que sin embargo no supieron administrarlo buscando el bien común, pues su único interés entonces -así como lo es ahora- fue esquilmar las arcas del Estado en beneficio propio, y establecer prerrogativas para sí.
¿Será entonces que los elementos de la oposición son un caso perdido en cuanto a recapacitar, serenarse y hasta establecer los diálogos que sean necesarios con el Gobierno, pensando en el necesario establecimiento de la justicia social y menos en sus propios intereses?
El soberano ha manifestado su voluntad y, apoyado en ella, el presidente Correa puede empezar a tomar las medidas necesarias para poner en práctica los cambios que el pueblo aprobó. Y frente a esta realidad, los opositores deberían tener en cuenta que hay que saber perder. Con nobleza, para aceptar el triunfo del contrario. Con modestia, para comprender que no siempre se puede ganar, sobre todo cuando no se tiene la razón. Y con sentido común, para decidir que ha llegado el momento de revisar los errores.