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El Telégrafo

Hay que hacer “algo”

09 de agosto de 2011

Si alguien me pregunta cómo andan las cosas, contestaría que la tensión se puede cortar con un cuchillo, por lo menos eso fue lo que vi en la sesión de elección de dignatarios de la Asamblea y que no es nada diferente a lo que vemos en nuestra cotidianidad, ya que ese cuerpo legislativo representa por antonomasia a nuestra sociedad.

Hay quienes dicen que los columnistas criticamos mucho y aportamos poco, yo en cambio considero que la crítica es muy valiosa, aunque acepto que también debemos dar ideas que ayuden a redireccionar la agenda política y a generar válvulas de escape para evitar que la polarización excluyente presione la desestabilización del país; capaz que alguien las lee y le quedan “sonando”. Para comenzar podríamos dejar de insistir y de alimentar esa polarización, evitando caer en el peligroso juego de las categorizaciones morales donde unos son buenos y otros son malos, puesto que siempre está el sesgo político de quien las hace.

Sería positivo buscar un discurso amable y menos confrontativo, que llegue más a los que no gustan de ese estilo o no están tan polarizados o convencidos del todo, porque cuando estos ambientes amenazan con explotar, no queda otra que apaciguarlos usando tácticas que limen las asperezas, lo cual puede comenzar con un lenguaje moderado, un volumen apropiado y una actitud serena que ayude a evitar caer en el juego de las provocaciones porque quien pierde el control, pierde la partida.

Hay que abrirse a la crítica, no se pueden usar las crisis para radicalizar la ideología a fin de recobrar espacios, ello crea mentes obtusas que llevan a la intolerancia y al fundamentalismo. Hay que fomentar el debate sobre las iniciativas políticas, ejercer presión para que las personas cierren filas en torno a estas; exigir incondicionalidad, sin tomarles en cuenta, puede tener efectos negativos. Cuando hay respeto, cuando se permite que la gente argumente, abra la mente y desafíe las convicciones del resto del grupo, se dan consensos sólidos y se evita la prepotencia del poder. Una forma de no perder el foco es buscar la crítica externa, si se quiere con expertos que pongan en tela de juicio los planteamientos, y analizar con capacidad autocrítica las posturas de los opositores, para evitar que el condicionamiento en la búsqueda de consenso distorsione la percepción de la realidad. Para ello hay que informarse ampliamente evitando sesgos, calibrando riesgos y dando opción a otras alternativas. En todo caso, hay que hacer algo antes de que sea tarde.

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