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El Telégrafo

¿Hasta cuándo las colas por un cupo en los colegios?

26 de agosto de 2011

Yamiley es una niña humilde que vive en un barrio pobre de Quito; su madre la abandonó y su padre trabaja como guardia, por lo que casi siempre está sola. Y no solo eso, sino que debe asumir el cuidado de sus hermanos.  Es una historia triste, pero común en miles de hogares ecuatorianos, lamentablemente.  Pero Yamiley sabe que no puede dejar de estudiar y que su futuro está en las aulas. Por ello, junto a su padre, madrugó a las tres de la mañana para obtener un cupo y matricularse. Mientras su padre se dirigía a cumplir con su turno de guardia, Yamiley, estoicamente, hizo fila en la puerta del colegio; sola, con frío y hambre. Las horas transcurrían lentas, el frío quiteño entumecía sus manos, pero Yamiley sabía que debía soportar lo que sea con tal de seguir estudiando.  Además, estaba convencida de que hacer cola toda la noche a la intemperie junto a la puerta del colegio es algo normal, si todos los años debía hacer lo mismo.  No sabía, en cambio, que después de tan larga espera, al llegar su turno, la rectora del colegio simplemente, y con total sangre fría, le iba a soltar en pleno rostro: “Regrese pasado mañana, el jueves”.  Así, de una, sin siquiera ruborizarse. Y eso que frente suyo tenía cámaras de televisión, pues Yamiley estaba acompañada de una reportera de Ecuavisa, que es en donde se contó esta historia.

Al final, y de pura coincidencia, un funcionario de la Dirección Provincial de Educación, quien casualmente llegaba a ese colegio, se condolió de Yamiley e inmediatamente le gestionó un cupo en un colegio cercano.     

Hoy, como nunca, tenemos más niños y niñas en las escuelas. Sin embargo, es penoso e indignante que los padres de familia deban todavía amanecerse en la calle haciendo largas colas para obtener un cupo para sus hijos. Como nunca se ha invertido en educación; ya no se debe pagar por matrículas, ni por libros, ni por uniformes. A pesar de todo esto, debe ser inadmisible para la Revolución Ciudadana que, después de cuatro años y medio, los propios niños sigan sometidos cada año a la incertidumbre  de un cupo para continuar con sus estudios. Nadie puede negar los avances en materia educativa, pero aún son insuficientes.  El cambio estructural y rápido debe profundizarse. Es cierto que un partido político, el MPD, engendró funcionarios y maestros ineficientes y sin la más mínima conciencia social. Pero ya es hora de terminar con esto y emprender una gran cruzada por una educación gratuita y de calidad. La educación es la clave para un verdadero cambio. Y no hay revolución sin educación de calidad y para todos.

Yamiley hoy está tranquila y prepara su ingreso a clases, pero ya no quiere, nunca más en su vida, ni madrugar ni hacer largas colas.

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